Buscar culpables solo nos hará
perder energía. Es fundamental que nos demos permiso para enfadarnos y
aprendamos a perdonarnos. Al sanar nuestras heridas podremos ir por el mundo
sin ocultarnos.
Las experiencias dolorosas que
desarrollamos a lo largo de nuestra vida conforman nuestras heridas
emocionales. Generalmente, nos cuesta afrontar problemas emocionales como
separaciones, traiciones, humillaciones, abandonos o injusticias.
Lo cierto es que es probable
que muchos de nosotros aún no hayamos cerrado esas heridas, que sigan
doliéndonos y que intentemos enmascararlas con el maquillaje de la vida.
Sin embargo, no nos percatamos
de que solo estamos parcheándolas y que cuanto más esperemos, más se agravarán.
Esto es mucho más complicado cuando, a pesar de que sabemos que algo no está
bien en nuestro interior, todavía no nos hemos dado cuenta de que estamos
heridos.
Así, hay un tanto por ciento
de ignorancia que, unido al miedo a revivir nuestro dolor, no nos permite ser
nosotros mismos, obligándonos a interpretar un papel que tenemos poco o nada
estudiado y que no nos corresponde.
Seguro que, si estás leyendo
esto, te sobran las ganas de conocerte y de mejorarte cada día. Por eso, con
este artículo te queremos acercar una pequeña ayuda para que conozcas cuál es
el proceso que debes seguir si quieres poner en marcha la maquinaria de afrontamiento
que te permita curar tus heridas.
1. Acepta la herida como parte
de ti:No te tapes los ojos, la
herida existe. Puedes reconocerlo o no, pero te aseguro que hacerlo es lo único
que te ayudará a seguir adelante. Según Lisa Bourbeaur, aceptar una herida
significa mirarla, observarla detenidamente y saber que tener situaciones que
resolver forma parte de la experiencia del ser humano.
Puede que pienses que vendarle
los ojos al sufrimiento es lo mejor que puedes hacer, pero lo cierto es que eso
te hace negarte que no estás bien, lo que implica que la herida se complique
con el paso del tiempo.
Debes aceptar y comprender que
no somos mejores o peores porque algo nos haga daño. Haberte construido tu
coraza es un acto heroico, un acto de amor propio que tiene mucho mérito pero
que ya ha cumplido su función. Ya te protegió del ambiente que te originó la
herida, por lo que es la hora de dejar ir y avanzar.
Aceptar nuestras heridas
resulta muy beneficioso en cuanto asumimos el aprendizaje que necesitábamos. Si
no lo haces, generarás numerosos problemas a largo plazo, tales como depresión,
ansiedad e inseguridades varias.
2. Aceptar que te haces daño
sucumbiendo al temor o al reproche: Si focalizamos nuestra
atención en el dolor y en la búsqueda de un culpable o un responsable estaremos
perdiendo energía, la cual es muy necesaria para sanar nuestra herida. Intenta
perdonarte y perdonar a los demás, pues es la única manera de que consigas
pasar página y abrir tu corazón.
Debes entender que la voluntad
y la decisión de sobreponernos a nuestras heridas es el primer paso hacia la
autocomprensión y el autocuidado. No solo desarrollarás estas cualidades por y
para ti, sino también hacia los demás, lo que redundará en un mayor bienestar
emocional.
3. Date permiso para enfadarte
con las personas que alimentaron tu herida: Cuanto más nos dañen y más
profundas sean nuestras heridas, más normal y humano resultará culpar y sentir
enfado hacia quien nos perjudicó. Date permiso para enfadarte con ellos y
perdónate.
Si te fuerzas a no hacerlo,
acabarás reprimiendo ese dolor y lo convertirás en odio y en resentimiento, dos
sentimientos extremadamente perjudiciales para nuestra salud.
Vivir imponiéndonos trampas
emocionales es castigarnos y abocarnos a una vida llena de dolor y de
insatisfacción. Además, de nuevo, esto ocasionará que enmascares tu verdadero
Yo interno y que no seas capaz de abrir tu corazón.
4. Tras la aceptación y el
perdón viene la transformación
Absolutamente todas nuestras
experiencias nos enseñan algo. Es probable que te cueste aceptarlo, pues
nuestro ego es especialista en crear esa barrera de protección que oculta
nuestros problemas.
Lo cierto es que nuestro ego
suele complicarnos la vida; sin embargo, son nuestros pensamientos y nuestros
comportamientos los que nos la simplifican. Todo cambio requiere de un gran
esfuerzo, pero es necesario mirar de frente y afrontar que no estamos siendo
nosotros mismos y que algo debe cambiar.
5. Observa el mundo con y sin
herida:Date tiempo para observar cómo
te has apegado a tu herida en todos estos años. Estaba ahí y, aun sin saber
cómo, dirigía cada uno de tus movimientos. Deshazte de tus máscaras, no te
juzgues, no te critiques y pon todo de ti a la hora de intentar sanar tu herida
en profundidad.
Es posible cambiar de máscara
en un mismo día o llevar la misma durante meses o años. Lo ideal es que seas
capaz de decirte a ti mismo “Vale, me he colocado esta máscara y la razón ha
sido esta. Es hora de quitármela”. Entonces sabrás que estás en el camino
correcto y que, en el resto del viaje, tu guía será la inercia que te permita
sentirte bien sin ocultarte.
6. Apóyate en tu círculo
social: Es probable que pienses que tú
puedes con todo y que ya has salido de peores pozos. Sin embargo, no hay
motivos por los que debas renunciar al consuelo de un corazón que te escuche
pacientemente.
Es evidente que el
apoyo que los demás nos brindan puede ser crucial a la hora de superar
múltiples obstáculos. No renuncies a los abrazos y al mundo Ellos también
forman parte de ti, y juntos podéis reconstruir un nuevo hogar en el que vivir
sin sufrimiento.
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