Con los años, y las
decepciones, he aprendido que el amor tiene muchas formas de manifestarse;
entre ellas está el compartir momentos y construir proyectos. Sin embargo, todo
suele quedar en un sueño personal cuando aparece esa terrible frase: “No tengo
tiempo”.
La prime vez que escuche
estas palabras y que me dolieron, fue cuando las pronunció el hombre que pensé
era el “amor de mi vida”. Pero en ese momento no le di importancia, me hice a
la idea de que él tenía mucho trabajo y en cuanto estuviera libre correría a
mis brazos. ¡Gran error!.
Al transcurrir los días,
mese y años, al “no tengo tiempo” le siguieron un “no puedo”, “tengo que ver a
tal”, “debo ir a comprar algunas cosas”. Las visitas diarias se redujeron a una
vez a la semana o al mes, y fue este el momento en que la realidad era
innegable: sufría por no verlo, pero, ¿por qué me afectaba tanto?
Había basado mi vida en la
de él; es decir, movía la reuniones con mis amigas, me apuraba como loca en el
trabajo e incluso dejaba de salir con mi familia para tener libre los espacios
en los que él tenía previsto verme”, así lo descubrí al platicar con la
sicóloga Fanny Franco.
¡No lo culpo!: Comprender que mi pareja no
haría lo mismo por mí: tener tiempo para verme y estar conmigo, fue triste,
frustrante y doloroso debido a que me enfrentaba a otra realidad: ¿cómo había
pasado esto, y qué iba hacer porque lo amaba y no quería dejarlo?
Entonces me arme de valor y
hablé con él directamente. El resultado fue:
1. Aprendí que se debía saber antes el estado sentimental de la relación: Si entre ambos existía el mismo amor, compromiso y proyectos podría existir una solución.
2. Si él no le dedicó desde un inicio tiempo a la relación es que jamás le interesó ni tú eras importante para él.
Fue un conocimiento doloroso de adquirir, lo acepto me tomó años superarlo. Sin embargo, le agradezco que me mostrara qué es lo que yo espero de una relación y cómo poner límites emocionales y físicos en ella.
Ahora sé que soy una mujer que merece atenciones y respeto; lo que no es sinónimo de que él siempre esté disponible para mí, sino que en su vida tenga yo un lugar.
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