Las
mujeres gestionamos el estrés y la ansiedad de un modo más eficaz que los
hombres porque sabemos reconocer nuestras emociones y tenemos más facilidad
para hablar de ellas.
Ahogo,
palpitaciones, nerviosismo extremo, bloqueo mental, tensión muscular… ¿Quién no
ha tenido en alguna ocasión una crisis de ansiedad? La vida cotidiana nos pone
a veces ante situaciones que no sabemos muy bien cómo afrontar y que nos
superan.
La
ansiedad puntual, la que podemos sentir, por ejemplo, a la hora de hablar en
público, o por el simple hecho de subir a un avión. No tendría importancia si
fueran acciones que lleváramos a cabo en muy pocas ocasiones y que no alteraran
en absoluto el equilibrio de nuestra vida. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando la
ansiedad “se instala” en nuestra vida y empezamos a ser víctimas del miedo y
los pensamientos obsesivos casi a diario?
Es un
riesgo para nuestra salud física y emocional. De ahí la importancia de saber
gestionar esa ansiedad cotidiana, y de ahí también la necesidad de conocer
todos estos aspectos sobre ese angustiante sentimiento.
1.
Evitar o no saber reconocer las emociones deriva en una ansiedad posterior:
Te
pondremos un ejemplo: estás en una reunión familiar y, debido a un malentendido
y una posterior discusión, acabas teniendo un problema con algún familiar. No
le das importancia, no quieres pensar en ello pero, a partir de entonces,
evitas radicalmente acudir de nuevo a esas reuniones y, más aún, desarrollas
cierta incomodidad y pensamientos negativos hacia algunos miembros de tu
familia.
En
este caso lo que deberíamos haber hecho es reconocer nuestro problema con esa
persona en concreto con quien tuvimos la desavenencia. Hablar y razonar con
ella, pero sin echar culpas al resto de familiares, evitando así sobrecargar la
tensión emocional y la ansiedad. Evitar o huir de ciertas situaciones no hace
más que aumentar el problema.
2.
Diferencias en nuestra química cerebral: Seguro que habrás conocido a
personas que apenas demuestran ansiedad por nada. Personalidades serenas que
rara vez se inquietan o que afrontan sus problemas con gran equilibrio. En
cambio, hay quien, ante el más mínimo problema, desarrolla de inmediato una
gran ansiedad, pensamientos negativos e incluso evitación.
¿Por
qué ocurre esto? ¿Por qué somos tan diferentes unos de otros? La dopamina y la
serotonina son los neurotransmisores que generan estos procesos de ansiedad, y
hay personas que padecen una sobreexcitación en estos circuitos cerebrales que
les hacen reaccionar de una forma más intensa en comparación con otras
personas.
3.
Señales de advertencia: Hay quien no lo percibe, hay quien no es
consciente de que está dejando que la ansiedad se instale en su vida de un modo
gradual y hasta peligroso. ¿Cuáles serían esos primeros síntomas de
advertencia?
Dolor
de cabeza
Migrañas
Problemas
para dormir
Irritabilidad
Cansancio
Problemas
para hacer la digestión
Calambres
musculares, temblor de manos
4. La
ansiedad se relaciona con otros problemas: La mayoría de las veces la
ansiedad no aparece sola. De hecho, podríamos decir que está claramente
relacionada con otras situaciones que debes tener en cuenta:
Algún
problema emocional, una decepción, una pérdida… Todo ello hace que tengamos más
dificultades para enfrentarnos al día a día y que cualquier aspecto nos
produzca ansiedad.
Depresiones.
No siempre es fácil diagnosticar una depresión, de ahí que, en muchas ocasiones,
las personas deriven en otro tipo de problemas si saber que la verdadera raíz
del problema es una depresión.
5. El
poder del ejercicio físico: Puede que te sorprenda, pero para muchos
médicos y psiquiatras, no hay mejor tratamiento para la ansiedad cotidiana que
un poco de ejercicio al día. Salir a caminar, dar un largo paseo para poner en
marcha nuestro corazón, para liberar toxinas, donde se generen cambios químicos
en nuestro organismo, nos permite afrontar este problema de un modo muy
adecuado.Vale
la pena tenerlo en cuenta.
6.
Todos vamos a sufrir en nuestra vida algún episodio de ansiedad: La
ansiedad forma parte del ser humano. Todos somos “falibles”, todos tenemos
miedo a alguna cosa y, lo más importante, la vida a veces nos pone ante
situaciones que no sabemos muy bien como manejar al principio, de ahí que
aparezca la ansiedad.
No
obstante, debemos pensar en ella como en un mecanismo de defensa o de “alerta”,
como una señal de alarma que nos indica que
hay algo que debemos hacer, algo que debemos cambiar o afrontar. Si
huyes, el problema se hace más grande, así que mira frente a frente a esa
situación de estrés y resuélvela.
7. La
ansiedad afecta más a las mujeres: Según un estudio de la
Universidad Nacional Autónoma de México, el estrés y la ansiedad recaen en
mayor grado en las mujeres, sobre todo entre las edades comprendidas entre los
15 y los 50 años. ¿La razón? Solemos tener muchas responsabilidades, nos
anticipamos más a las cosas, les damos muchas vueltas, pensamos también mucho
en los demás antes que en nosotras mismas… Y todo ello deriva en esos ataques
repentinos de ansiedad o en un estrés que puede almacenarse años y años.
Sin
embargo, hay algo que tenemos a nuestro favor y que nos diferencia de los
hombres: podemos afrontar el estrés y la ansiedad mejor que ellos, porque
tenemos más facilidad de hablar de nuestras emociones. Sabemos reconocerlas y
gestionarlas de un modo más eficaz.
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