viernes, 25 de agosto de 2017

Mi pareja, ¿mi propiedad?

“Para que sepan todos, a quién tu perteneces, con sangre de mis venas, te marcaré la frente, para que te respeten aún, con la mirada, y sepan que tu eres mi propiedad privada” dice una canción que narra a la perfección esa sensación de poseer a las personas como si fueran cosas.

Algunos individuos pueden ser demasiado absorbentes y posesivos con quienes los rodean. Como si se trataran de un juguete o de un objeto, creen que sus familiares y amigos “son de su propiedad” y lo que es peor, no quieren compartirlos con nadie.

Es verdad que cuando estamos enamorados decimos frases como “soy sólo tuya/o”, “eres por siempre mío/a” pero esas son promesas apasionadas que demuestran los sentimientos que tenemos. El problema radica cuando uno de los dos integrantes se toma demasiado en serio esas frases y considera que “SU” esposo/a no puede ser de nadie más, tan solo de su propiedad.

Esto no quiere decir que esté bien aceptar o apoyar la infidelidad y que la pareja tiene carta blanca para hacer lo que desea con otra persona. Se refiere a que ningún ser en esta tierra (hijos, padres, hermanos, amigos, compañeros de trabajo) tiene derecho a pasar tiempo con “nuestra propiedad”.

Nuestra pareja nunca, bajo ningún punto de vista, nos pertenece. Somos dos seres individuales que han unido sus vidas para atravesar juntos este sendero, pero hasta allí llega la “posesión”. Si tu pareja está a tu lado es porque así lo quiere, no porque tu lo obligues a ello, no lo/a has comprado ni tienes un contrato que indica que es una especie de esclavo o algo por el estilo.

“Mío, sólo mío”

Los especialistas indican que las personas que consideran a su pareja como una propiedad, no dejan que ésta tenga amistades, arman escenas de celos en cualquier sitio, pueden protagonizar un escándalo de la nada y desconfían hasta de las piedras que pisa el otro al caminar por la calle. Esto se debe a que tienen un grave problema de autoestima.

La falta de amor propio y de seguridad en nosotros mismos es lo que nos hace pensar que la otra persona (que nos hace felices o nos ayuda en ciertos aspectos de la vida) es de nuestra propiedad.

La persona afectada cree que en cualquier momento aparecerá alguien a quitarle aquello que tanto aman (o creen amar), que siempre habrá gente mejor, más bonita y más interesante para que la pareja la engañe, etc.

Como dicen los niños pequeños con un juguete que les gusta mucho: “es mío, sólo mío”. Esto es muy frecuente en alguien con poca autoestima o que sólo piensa en si mismo. Claro, porque ser posesivos implica no querer que el otro sea feliz, no estar dispuestos a compartir, etc. aunque en ocasiones estos comportamientos sean inconscientes.

“Si no está conmigo, no puede estar con nadie”. Esta frase puede parecer algo drástica pero es la realidad que le toca vivir a muchas personas cuyas parejas son posesivas y celosas al 100%. No importa el momento del día ni lo que estén haciendo, llaman por teléfono a su esposo/a o novio/a para saber qué están haciendo, con quién están, a qué hora regresan, etc.

Si llegan unos minutos tarde porque perdieron el autobús o hubo un accidente en la carretera, ya es motivo de pelea: “¿dónde estabas? ¿con quién estuviste? Seguro me estás engañando con otro/a” son las recriminaciones más escuchadas. Todo consecuencia de considerar que el otro les pertenece y que forma parte de su propiedad.

¿Cómo vivir con un celoso-posesivo?: Es algo sin dudas muy difícil de tratar y en muchos casos termina en divorcio o separación. Para poder evitar esto, es necesario saber como primera medida que aquella persona con celos incontrolables tiene un problema que es necesario mejorar. ¿Cómo? Puede ser con terapia, con charlas o con demostraciones de afecto por nuestra parte, para que se cuenta de que no hay nada ni nadie que pueda cambiar nuestros sentimientos hacia él/ella.

Si tu pareja acepta hacer terapia para tratar sus celos, tú también la puedes ayudar. Haz todo lo posible para que se sienta segura de si misma, aliéntala a que haga cosas nuevas, felicítala cada vez que hace algo bueno o hay buenas noticias, dile que la amas hasta el hartazgo, trata de minimizar las discusiones o los eventos que puedan generar problemas y por sobre todas las cosas, demuéstrale que no la dejarás sola, menos en este momento tan especial.

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