Hay venenos que matan
rápido; otros que lo hacen lento, pero al final todos acaban por hacer daño de
una forma u otra.
Es evidente que violencia,
infidelidad y mentiras son venenos muy destructivos, como también lo pueden ser
el presuponer, el desinterés, la desconfianza y la falta de comunicación; pero
hay otros hábitos más sutiles, pero igualmente tóxicos, que van deteriorando la
calidad de la relación, especialmente si se hace de ellos un hábito.
1. Constantes quejas: La vida no es perfecta, eso
lo sabemos todos, pero hacer de esto el tema de conversación desde que el sol
sale hasta el momento de irse a la cama termina por cansar a cualquiera.
Esto es peor cuando las
quejas no son sólo acerca de su relación, sino acerca de lo cara que está la
cebolla en Estambul o vives entre alguna de estas frases:
“Cuánto tráfico”, “Ay qué
calor/frío”, “Que ruidoso es esto”, “uf, ya son muchas escaleras”, “uy que
poquito duró la película”, “mi café está frío”, “la vecina ya me tiene harta
por chismosa…”
Es natural que si hay temas
por resolver entre Ustedes tengas quejas, pero si ya llevas tiempo haciéndolas,
y nada cambia quizá:
Tus peticiones son
desmedidas, fantasiosas o irracionales.
Frecuentemente cuando tienes
ideas distorsionadas de lo que es una relación.
Esperas que tu pareja te lea
la mente. No dices lo que te molesta
al momento y luego te quejas porque tu pareja no se dio cuenta de su “ofensa”.
Dejas que se acumulen
resentimientos. Tienes algún tipo de
perfeccionismo u obsesión. No dobla la toalla como
quieres, pone el vaso fuera de su lugar matemático predestinado para ello, no
disfruta ayudarte con los que haceres, etc.
A tu pareja no le importa y
punto.Si fuera el caso, planteate
qué haces en una relación donde tus peticiones no son atendidas y tus quejas no
son escuchadas.
Antídoto: En general, las quejas deben
hacerse con aquella persona que consideres que es capaz de resolverla. Muchas
veces nos quejamos con la persona más próxima sólo porque es una “audiencia
cautiva”.
Tu pareja no puede resolver
los problemas mundiales, así que si de verdad todo te parece tan terrible o
imperfecto busca ayuda profesional.
Tampoco te vayas al famoso
“entonces ya no digo nada”. No se trata de que ya no puedas hablar de ningún
problema con tu pareja, sólo no abuses.
Si tú pareja se queja mucho
de lo que pasa en la relación, evalúa que quizá pueda tener razón y que hay
cosas que puedes mejorar. Generalmente una alarma se activa cuando hay algún
peligro; no la ignores del todo.
2. Críticas y burlas: Estas son como las quejas,
pero ya no sobre lo que pasa, sino directamente sobre tu pareja en temas como: La forma en como hace las
cosas, su aspecto.
Ciertas manías o hábitos que
te parecen molestos o ridículos
Las críticas y la burla son
más venenosos que las quejas, pues son totalmente personales.
Identificas la conducta
crítica cuando usas frases que empiezan con las siguientes frases, seguidas de
algo negativo.
Tú siempre / Tú nunca
Eres un/a…
Pareces un/a…
Me tienes harto/a…
Esto se hace especialmente
grave cuando las críticas y las burlas las haces frente a otras personas, así
sean de la familia.
La crítica es muy
destructiva, de acuerdo al Dr. John Gottman, fundador del Instituto de
Investiga por que:
Comunican desprecio por tu
pareja.
Humillan al que las recibe
Producen enojo,
resentimiento y vergüenza.
Antídoto: Céntrate en lo que tu pareja
hace, no en quién es, diciendo lo que te gustaría que fuera diferente.
Por ejemplo, habla de que no
te gusta que te haga muecas de desagrado en vez de decirle que “quite la cara
de idiota”.
Asegúrate que es algo que tu
pareja pueda cambiar.
Burlarte de su religión, de
sus creencias o pedirle que deje hábitos familiares que le son importantes, no
es la mejor idea…
3. Llevar la contraria o
corregir pequeñeces: Es obvio que no siempre vas
a estar de acuerdo con tu pareja, ¿pero de verdad es necesario estar en
desacuerdo en todo?
Vamos por pollo
Yo quiero Pizza…
Ok, Pizza…
Si, pero no de donde siempre
vamos
Bien, de ahí no… entonces de
las de enfrente.
No de ahí tampoco quiero.
¿Entonces de dónde?
De donde quieras…
¿De las de la otra colonia?
No de esas tampoco.
Igualmente dañino resulta
ser demasiado quisquilloso con los detalles.
“…y entonces llegamos
exactamente a la hora al aeropuerto”.
“no mi vida, llegamos 2
minutos antes…”
“La cortina era azulita”
“en realidad era turquesa”.
¡Carísima la botellita de
agua afuera del museo, nos costó 3€
“Bueno, para ser exactos nos
costó 2.75…”
Igual que la crítica, esto
es más destructivo cuando lo haces en público y/o interrumpes una conversación
fluida para hacer esas precisiones.
Puede ser que tengas razón,
pero quizá debas elegir entre tener una buena relación de pareja o ganar la
medalla a la precisión humana.
Por supuesto que si el error
es mortal como, cambiarte de nombre o equivocarse en el nombre de un
medicamento para evitar un ataque cardíaco, la corrección se hace indispensable
e inmediata.
Antídoto: Se más flexible. No tienes
que decir que sí a todo, pero tampoco que no siempre.
Apoya públicamente a tu
pareja y si crees que debes contradecirle o hacerle una precisión, hazlo en
privado, salvo que sea de vida o muerte.
Si eres de los que no
reconocen sus errores, quizá por eso tu pareja te haga esos señalamientos en
público, buscando apoyo de otras opiniones y hacerte ver algún error.
Busca ayuda profesional, si
crees que puede ser tu caso.
4. Ser controlador: En este caso pretendes
decirle a tu pareja, a veces bajo el disfraz de una “sugerencia insistente”, lo
que debe o no debe de hacer.
Es especialmente notorio
cuando no sigue tu “consejo” y tu siguiente reacción es del estilo:
“Pues yo ya te dije”, “ojalá
que no te vaya mal”, “pues allá tú”, “luego no vengas llorando a pedirme ayuda”,
etc.
Reacciones comunes son:
dejar de hablar, contestar de mala manera o incluso hasta sabotear a tu pareja
para demostrar su “error”.
Creas una relación
jerárquica donde se presupone uno que manda y otro que obedece o se somete.
Peor si usas cierto poder
para presionar, ya sea económico o de tipo emocional.
Comunica poca confianza y la
sensación de que ves a tu pareja como incompetente.
Antídoto:
Confía más en tu pareja y
sus decisiones.
Si algo no le sale como lo
planeado, evita la crítica y ofrece tu empatía y consuelo.Si vas a hacer una
observación o dar un consejo, espera a que las aguas estén más tranquilas.
5. Catastrofismo y
negatividad: Sabemos que quizá eres muy
precavido/a, pero de ahí a pronosticar la falla de todo suceso o plan, hay un
abismo.
Frases y actitudes que
desmotivan son un seguro veneno para toda relación:
“Y si nos roban”, “Y si el
peso se devalúa más”, “que tal que te corren mañana”, “y si no podemos nunca
tener hijos”, “y si los tenemos y nacen mal”, “y si nacen bien, pero luego no
nos quieren”…
Esto es más grave cuando
estas profecías las arrojas sobre algún proyecto que tu pareja tenga.
Empeora con el “te lo dije”
o el “yo sabía”.
Antídoto: Si no tienes nada favorable
que decir, es preferible tu silencio. Si tienes alguna evidencia
para sustentarte, muéstralas. Tampoco se trata de caer en
un optimismo irracional.
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