miércoles, 13 de septiembre de 2017

Carta a las personas que padecen depresión

Te conozco. Sé cómo te sientes. Sé que estás triste, infeliz, abatido. Sé que llevas una mochila llena de culpa y que eso es demasiado equipaje. Sé que ya no disfrutas de las cosas como solías hacerlo, que ni tus intereses te hacen sonreír. Sé que no puedes trabajar, que no rindes como antes. No es que no quieras, es que literalmente no puedes.

Sé que te pones una máscara antes de salir de casa, que no quieres preocupar a nadie y que temes incordiar con tus problemas. Porque así es como te sientes; un fastidio, una molestia.

Sé que hay días, demasiados, en los que, aún con medicación, no puedes moverte de la cama. Que levantarte supone un gran esfuerzo. . Hablando de la medicación, no voy a mentirte. Hay pacientes que tienen un episodio único de depresión y se curan. Hay otros, en cambio, que luchan con ella de por vida. Sé que a veces, el tratamiento es crónico. ¿Pero no es igual con un diabético que se pincha insulina? .

¿No es igual con un señor hipertenso que necesita una pastilla por la mañana y otra por la noche para sobrevivir? Sé que el tratamiento es duro. Sé que algunos fármacos tardan semanas en funcionar y que los efectos secundarios no son nada agradables. Sé que puedes sentir náuseas, vomitar, marearte o tener problemas en el ámbito sexual. Pero los médicos quieren ayudarte, confía en ellos, cuéntales cómo te sientes. 

Reajustarán tu medicación, se reunirán para elegir la mejor estrategia, y probarán cosas distintas si hace falta. Te lo prometo, están deseando curarte. Sé que has tenido malas experiencias con algunos “profesionales”, sé que desde entonces te cuesta fiarte de ellos. Necesitas confiar en tu médico, si has dado con alguien equivocado, cambia. Estos que no se preocupan por ti son solo la minoría. 

El resto, insisto, están deseando curarte. Sé que tienes miedo y que todo esto se acompaña muchas veces de ansiedad. Sé que te falta el aire. Sé que algunos piensan que te sientes triste, pero tú sabes que hay más detrás. Puedes estar triste, apático, tener un ataque de ansiedad, ahogarte en culpa, y no querer ver a nadie. La depresión es compleja, no un simple “estoy triste”.

Sé que escuchas tonterías cada día. Como que dejes tu medicación y pruebes con infusiones. Oye, yo soy la primera que piensa que pastillas las justas. No obstante, cambiar fármacos recetados por tu médico por una infusión del herbolario de la esquina no es la solución a nada. Sé que algunos opinan que eres un vago, que no te ocurre nada, que solo es un día “de bajón”. Sé cómo te miran y sé que te dicen que exageras, que hay gente peor que tú. Sé que te preguntas por qué se trata la enfermedad mental de forma distinta. Sé que te sientes como un paria, que muchos intentan excluirte y estigmatizarte.

Sé que te sientes solo, pero te lo digo yo, no lo estás. Apóyate en tus seres queridos, amigos, familiares, pareja. Te quieren, aunque ahora mismo no te lo creas.

No voy a decirte que salgas, que sonrías, que seas positivo o que con un poco de yoga y un ligue todo se soluciona. Estás librando una batalla, es y será duro. Pero tengo fe en que ganarás la guerra.

Sé que piensas que eres débil, pero no es así. Tengo que decirte que, guau, eres muy valiente. Fuerte, luchador, un guerrero. Estás luchando contra un monstruo cada día. Sé que estás exhausto pero no te rindas. Ojalá te vieras como yo te veo. Si tú supieras, lo increíblemente orgullosa que estoy de ti…

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