Cada vez es más frecuente la
creación de parejas que aportan al nuevo núcleo familiar hijos de anteriores
relaciones y todo lo que este hecho implica. Lograr una convivencia armónica y
cordial resulta, en muchas ocasiones, algo más complicado de lo que parece. ¿Te
encuentras en esta situación actualmente? Entonces, el siguiente artículo te interesa. A continuación, te hablamos de cómo convivir en pareja con
un hijo que no es tuyo. Respetar los tiempos, tener paciencia, fomentar el
diálogo y delimitar los roles son algunas de las claves que te ayudarán a
manejar la situación a la perfección. ¡Toma nota!
El núcleo familiar y respetar
los tiempos:En la sociedad actual, es
común que las familias se reconstituyan. Ahora que el divorcio está a la orden
del día, es normal que se formen nuevas parejas que aportan hijos de relaciones
anteriores al nuevo núcleo familiar. La estructura de las familias
reconstituidas suelen llevar consigo problemas que pueden hacer zarandear sus
cimientos: la no aceptación del menor o los menores a la nueva pareja del padre
o la madre o la intromisión de la ex pareja en el nuevo núcleo familiar suelen
ser los más recurrentes.
Si te encuentras en una
situación similar, deberás armarte de paciencia y preparar el terreno. Si
buscas una solución efectiva para que la armonía sea la principal
característica de tu nuevo hogar, deberás enfrentarte a los problemas con
tacto, diálogo y serenidad. Pero recuerda: debes enfrentarte a los conflictos
no a las personas. Para ello, lo principal es
respetar los tiempos. Estamos hablando de que en el bando contrario al problema
está un niño, con un punto de vista totalmente distinto. Ha visto cómo sus
padres se han separado, cómo se ha roto su núcleo familiar, por lo que para él
este nuevo comienzo es todo lo contrario: el fin definitivo a recobrar su
familia original. Este es el primer paso que deben dar los papás y sus parejas
para normalizar la situación: explicar y comunicar al pequeño que existe una
nueva persona importante en sus vidas. Es mejor decirlo que no que lo descubran
por sí solos, dado que el grado de enfado y decepción será mucho mayor.
Es tarea del progenitor
preparar el terreno para establecer un vínculo previo del hijo con la nueva
pareja y dejar que, poco a poco, ambos vayan estableciendo contacto antes de
que se de un paso definitivo: la convivencia.
Aceptar y convivir con el
hijo de mi pareja:Si están decididos a dar el
paso y que la pareja conviva en un único hogar, deberéis solventar los
problemas de organización. Estáis creando una nueva estructura familiar y eso
no se puede hacer a las bravas. Cada familia, cada persona tiene sus propias
normas de conducta, sus propios valores, sus propios métodos de organización.
Es fundamental que dichas normas se apliquen para todos, indistintamente de si
ambos aportan hijos al nuevo núcleo familiar o tan solo lo hace una de las
partes. Este es uno de los puntos más cruciales, puesto que pueden salir los
mayores roces entre los hijos y entre la pareja. Para solventarlo, es básica e
imprescindible la comunicación, tanto entre la pareja, como entre los hijos de
ambos.
Asimismo, si queréis evitar
una mala convivencia deberas tener en cuenta que el niño está conviviendo en
dos hogares distintos, por lo que los padres separados (por más mal que se
lleven) tienen la obligación de establecer unas normas o reglas comunes, que
puedan aplicarse en ambas casas. Este hecho es realmente importante para
mantener la buena conducta del menor que, probablemente, está pasando por un
cierto trauma. Si todos os ponéis de acuerdo, evitaréis que el pequeño se
aproveche de cualquier situación tanto con el padre como con la madre. El
objetivo es que la criatura lleve una vida ordenada, serena y tranquila, en la
que todos debéis contribuir dejándole su espacio y su tiempo de adaptación y
aceptación, aunque siempre poniendo límites.
Por otro lado, se debe hacer
entender al pequeño que en el nuevo hogar debe reinar el respeto y debe
entender quién tiene la autoridad. Es muy fácil que los niños recurran al
"no eres mi padre/madre" para no acatar ciertas órdenes de la pareja
de su padre/madre. Por todo ello, es importante que se genere un vínculo, un
núcleo de confianza y un rol para cada miembro de la nueva familia.
Es importante que se
mantenga una distancia emocional, sobre todo al principio de conocerse.
Seguramente, te ha asaltado la pregunta ¿cuál es mi rol? No es tu hijo, no es
tu colega, pero tampoco es tu enemigo. Crear un núcleo de confianza para que él
se acerque a ti será vital, pero deberás dejar claro que tú también podrás
marcar ciertos límites. Debéis convertiros en aliados, pero también establecer
una relación de jerarquía o de respeto. El niño también deberá obedecerte,
porque eres mayor. Compórtate de manera firme, pero con cierta flexibilidad y
dale la posibilidad de hablar, de negociar. Si quieres convivir en armonía con
el hijo de tu pareja, deberás aprender a escucharle y a empatizar con su
situación. No obstante, todo esto no quiere decir que debas mostrarte demasiado
permisivo. Aquí no vale el "le doy todo lo que quiere, así me lo
gano". Debes darle apoyo efectivo y afectivo, sin que se sienta invadido o
poderoso.
Situaciones típicas,
soluciones prácticas:No hay que imponer el hecho
de que la nueva pareja del padre o de la madre se convierta en el nuevo padre o
madre del pequeño. En múltiples ocasiones, se tiende a sustituir un papel que
no es el que corresponde. Debéis recordar que el niño ya tiene papá y mamá, por
lo que la pareja del progenitor deberá tener otro lugar. Recuerda que imponer
este rol a la pareja creará rechazo emocional por parte del menor. Lo natural
es que le llame por su nombre de pila, sin que pase a ser la nueva mamá o el
nuevo papá.
Por otro lado, si ambas
partes tiene hijos de antiguas relaciones y los añaden a la nueva estructura
familiar, se deberá establecer un acuerdo entre la pareja para actuar con todos
del mismo modo. En numerosas ocasiones, surgen roces porque cada uno trata a
sus hijos de forma distinta. Para evitar mal entendidos y conflictos
innecesarios, hay que buscar el equilibrio de ambas partes para educar del
mismo modo a los niños.
En el caso de que la tercera
parte implicada, es decir, la ex pareja te esté poniendo la situación difícil
respecto a su hijo, hay que evitar por todos los medios generar más presión y
más conflictos. Por el bienestar y el equilibrio de tus hijos o de los hijos de
tu pareja, deberás aprender a manejar los sentimientos a normalizar la
situación, deberás aprender a relativizar y darle importancia a lo que
realmente la tiene. No abras más la brecha.
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