Muchas mujeres afirman que la única manera de
calmar a su bebé es tocándole la misma canción que solían escuchar estando
embarazadas. Hay estudios que confirman que como adultos recordamos olores,
sonidos e incluso, lugares donde jamás hemos estado… salvo dentro del vientre
materno.
Pero así como esas percepciones alegres y
positivas marcan nuestra vida, las percepciones negativas: el sufrimiento, la
agresión y la pena, también marcarían al individuo desde el útero.
El bebé intrauterino, ya desde los 3 meses,
tiene todos sus órganos formados a la espera de su crecimiento, y a los 6 o 7
meses podría sobrevivir con ayuda médica si nace prematuro pues ya tiene cierto
desarrollo físico que se lo permite. Pero… ¿cuándo comienza su desarrollo
psicoemocional?.
Sin querer introducirme en temas metafísicos
como el karma, diversos estudios científicos postulan que la transferencia de
emociones en el feto, es un hecho. El bebé oye, escucha y siente lo que sucede
alrededor, sean estímulos buenos o malos, quedando estos grabados en su memoria
intrauterina. Es capaz de percibir, procesar, almacenar y dar respuesta a la
información externa que recibe, a través de diversos canales:
1.- Órganos de percepción que el bebé va
desarrollando a lo largo de la gestación. Gusto, olfato, tacto y oído.Desde las 20 semanas, el bebé ya oye. Desde
las 24 semanas… ya sufre.
2.- A través de la sangre materna mediante el
cordón umbilical. Además de nutrientes, el cordón le transfiere
neurotransmisores y hormonas que producen en el bebé las mismas reacciones que
en la madre.
Ej. Si la madre sufre un gran estrés producto
de un trauma, el bebé recibe un golpe de adrenalina que le genera aumento del
ritmo cardiaco, presión arterial, tensión, ansiedad… es decir replica las
mismas sensaciones que su madre.
O en su versión positiva: cuando la madre es
feliz y ríe, produce endorfinas que harán sentir al bebé paz, felicidad,
bienestar.
3.- Y por último, el canal más sutil, llamado
“Percepción Extrasensorial” que no utiliza los órganos, sino la captación de
las distintas energías que emanan de pensamientos y sentimientos.
Hace poco, en un foro sobre este tema, leí
esto: “Aunque tenía una maravillosa familia, yo siempre tuve una inexplicable
sensación de baja autoestima, rechazo y desolación permanente que nunca supe de
donde me venía, ya que no tenía razones lógicas para sentir algo así.
Un día
necesité un trasplante y buscando biocompatibilidad con los que creía mis
hermanos, mi mamá se vio obligada a confesarme que no era hija del hombre que
me crió. Ahí me enteré que fui un bebé no deseado. Que mi padre biológico quiso
abortarme y mi mamá pasó mil penurias para lograr darme a luz. Es que acaso
cuando estuve en el vientre materno, me di cuenta de toda esa tragedia?”
Tengo una prima que fue hipnotizada. En la
sesión, lo primero que dijo fue “Estoy en X lugar, mi mamá está llorando…” y mi
tía quedó helada al escuchar el registro. Efectivamente, mi prima jamás viajó a
ese lugar… salvo en el vientre de su madre. Y coincidentemente, ella había
tenido un problema grave con su marido. ¿Sintió mi prima su dolor?
Hay situaciones específicas que causan daño
emocional en la madre y que nuestro “bebé telépata” percibe, sintiendo ese
mismo sufrimiento.
LUTO: Mujeres que en plena gestación han sufrido la
muerte de un ser querido o su propia pareja, mencionan que el hijo(a) nacido en
esas circunstancias resultó más sensible o melancólico que los hijos nacidos en
etapas posteriores a esa crisis.
VIOLENCIA INTRAFAMILIAR: En este ámbito, es sabido que la VIF afecta a
los niños en el útero materno. No sólo la violencia física, con consecuencias
fatales que bien sabemos, sino también la violencia psicológica y emocional
ejercida contra la madre, que desencadena mayor tasa de depresión post-parto,
consumo de drogas para evadir la realidad y largo etcétera.
En el caso del bebé mismo, Investigadores
hallaron que las mujeres embarazadas que enfrentan a esposos o novios abusivos,
corren el riesgo de transmitirles el estrés de la violencia doméstica a sus
bebés. Estos niños pueden continuar sintiendo los estragos de la experiencia
durante su vida adulta. “El desarrollo sano comienza en el útero, y no sólo el
nutricional”, le dijo Alex Meyer, líder del estudio y biólogo evolucionista en
la Universidad de Konstanz en Alemania, a la revista U.S. News & World
Report. “Los factores de comportamiento y emocionales son importantes, y sus
efectos son para toda la vida”.
SITUACIONES DE CONFLICTO BÉLICO: El milagro de la vida sabe hacerse espacio
incluso cuando las condiciones son las peores para la supervivencia humana.
Conocidos son los baby boom de postguerra pero ¿qué pasa con los bebés que
luchan por nacer en tiempos difíciles? Generaciones de niños con problemas de
atención y comportamiento son la huella indeleble del estrés pandémico vivido
in utero.
En resumen: resguardar la salud física de
nuestro bebé es tan importante como cuidar de su salud psicoemocional. Como
mamás en tiempo de espera, es nuestra responsabilidad protegerlos y
resguardarlos en ese aspecto. Pensamientos positivos, resiliencia, búsqueda de
ambientes que propicien tu paz, alegría y tranquilidad, es tan importante como
tomarte tus vitaminas prenatales. Si el llanto de un bebé triste parte el alma…
imagina el de un pequeño feto… cuida y defiende a brazo partido esa
sonrisita…desde tu panza.
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