La ilusión de tener al lado a
alguien que te trasmite cariño, amor, y que te comprende lleva a muchas parejas
a tomar la decisión de compartir sus vidas y casarse con la convicción de que
será para siempre. Este compromiso da paso a momentos de gran complicidad y de
vivencias que resultan maravillosas por el deseo de compartir juntos su tiempo.
Sin embargo, lo que en
principio puede parecer un cuento de hadas, no siempre es así. Tanto la
realidad del día a día, que cada vez puede resultar más estresante, como la
vida en pareja lleva consigo multitud de situaciones que pueden poner en riesgo
la estabilidad de la pareja. Hay que saber cómo hacerles frente para
superarlas, pero sobre todo pensar que juntos se pueden superar. Pero, ¿cuáles
son esas etapas más conflictivas en la relación?
La primera de ellas es el
inicio de la convivencia. «Éste es un momento de adaptación en el que realmente
empiezas a conocer de verdad al otro pues ya no solo presenta su mejor cara,
sino que también le vemos cuando está enfermo, de mal humor, recién levantado…
y muestra sus manías y hábitos explica Cayetana Hurtado de Mendoza, coordinadora
Escuela de Parejas de la Fundación Educativa Universidad de Padres. Comenzar a
vivir juntos supondrá, además, que ambos tendrán que negociar para llegar a
acuerdos en las tareas de la casa, temas económicos… lo que puede dar lugar a
algún que otro roce hasta que los límites y normas queden bien establecidos».
La llegada del primer hijo: Pasado este primer momento
llega un periodo de mayor tranquilidad hasta la llegada del primer hijo. Se
trata de un momento, por lo general, muy esperado por la pareja, pero no se
puede obviar, que también es una fuente importante de estrés puesto que la
responsabilidad de cuidar a un bebé conlleva muchas dudas y miedos. La pareja
tendrá que adaptarse a ese nuevo ser que formará parte de la familia y que
requerirá de toda la atención de sus padres. «En este momento —añade la
coordinadora de la Escuela de Parejas — cambian los horarios, se duerme menos,
hay menos espacios dedicados a la pareja y a los momentos de intimidad, lo que
puede hacer que surjan, en ocasiones, emociones negativas en alguno de los
padres de sentirse en un segundo plano, sobre todo cuando alguno de ellos se
vuelca en el cuidado del niño. Es una etapa en la que se genera un contexto
propicio para que aparezcan fricciones, pues ambos están cansados y estresados
y hay poco espacio para los dos. Ahora gira todo en torno al bebé».
Estancamiento: Otra de las situaciones que
pueden llegar a provocar una crisis en la pareja es que vivan un periodo de
estancamiento mantenido en el tiempo. Es habitual que ocurra cuando llevan años
en pareja y no han dado pasos en común, ya sea casarse, tener hijos, cambio de
casa… «Uno de los aspectos que mantiene a flote una pareja y que mayor
satisfacción proporciona es desarrollar proyectos en común que generan
sentimientos de crecimiento y de avanzar juntos», explica Cayetana Hurtado de
Mendoza..
Desgaste por circunstancias
personales: En otras ocasiones no se
produce este estancamiento mantenido en el tiempo, pero sí unas circunstancias
de convivencia en la pareja que provocarían momentos difíciles. Como en el caso
de que la pareja construya su vida en un contexto en el que reina la rutina, no
hay casi tiempo de calidad en la pareja y ambos se centran en sus trabajos u
obligaciones dejando en un segundo plano a la pareja y llevándola a un estado
de desgaste y desilusión que acabará por generar problemas de más gravedad.
Contratiempos en la salud o el
trabajo: La especialista en parejas,
añade que puede ocurrir también que alguno de los miembros del matrimonio
padezca algún problema físico o enfermedad mental. «En esta circunstancia ambos
sufren mucho y puede llegar a suponer momentos de mucha frustración y
desequilibrio, pues será uno de ellos el que asuma las riendas y tire de la
pareja mientras que el otro se recupera».
Algo similar sucede cuando
alguno de los dos se queda sin empleo y empiezan a aparecer problemas de dinero
y el otro compensa esa responsabilidad económica. En este caso, el que se queda
sin trabajo comienza a sentirse menos útil y pueden surgir sentimientos
negativos respecto a su persona y al papel que juega en la pareja y acabar
afectando a la relación. Y, por otra parte, el que trabaja más se siente
sobrecargado.
Cuando los hijos se van de
casa: Otro momento crítico surge
cuando los niños se hacen adultos y se van de casa, pero llega lo que se conoce
como el síndrome del nido vacío. Esta nueva situación puede suponer un problema
cuando la pareja se ha centrado en el cuidado de los hijos. «Ahora cuando se
ven los dos solos, sin ese punto de unión, tienen que volver a reinventarse y
construir nuevos lazos explica Cayetana Hurtado de Mendoza. Algo parecido
sucede cuando llega la jubilación y ambos pasan más tiempo en casa».
«En muchas ocasiones se
encuentran como dos desconocidos que llevan toda la vida viviendo juntos pero
que ahora no saben de qué hablar o cómo compartir su tiempo. Esos huecos que
antes dedicaban al trabajo ahora han quedado libres y sienten un vacío que
tendrán que volver a llenar y aprender a compartir con su pareja».
Un hecho traumático: Otra de las circunstancias más
difíciles por las que puede pasar una pareja es afrontar un hecho traumático
como la muerte de un familiar o la enfermedad de un hijo. Algunas parejas se
unen y establecen unos lazos más fuertes. Sin embargo en otras ocasiones
conlleva la separación debido a que cada uno se encierra en sí mismo, lo que
supone un distanciamiento. Relacionado con ello estarían las cargas familiares
de alguno de los miembros de la pareja que pueden provocar una sobrecarga e
interferir en la dinámica de la relación.
Los engaños, infidelidades o
mentiras vulneran uno de los pilares más importantes en los que se sustenta una
pareja: la confianza. Si ésta falla se producirá una espiral de inseguridad y
demandas constantes que provocarán un distanciamiento mayor.
Los cambios evolutivos:Por otra parte,
concluye la especialista en parejas, «no podemos olvidarnos de los cambios
evolutivos que en cada uno se sucederán la menopausia o andropausia, cambios
corporales después de los embarazos, dificultades físicas, vejez. A todos
ellos deberán enfrentarse tanto personalmente como en pareja pues estos cambios
repercutirán en el estado de ánimo y en la autoestima de la persona y, por
tanto, en el modo de relacionarse con el otro también».
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