Seré totalmente sincera:
rompiste mi corazón. Le conocí de una forma muy
hermosa. Hablamos mucho tiempo y al fin nos conocimos en persona. Desde el
principio nos conectamos, nunca lo olvidaré. Pero luego rompiste mi corazón.
Pero el tiempo ha pasado, hasta aquí me he permitido seguir sufriendo y
pasándolo mal.
Al final llegó el día tan
esperado, después de arrastrar un puñado de malos momentos, parece que todo se
solucionó un poco. Tocaba pasar un día especial, lleno de regalos y sonrisas.
Nada mas verle ya sabía que algo pasaba, pero tenía que aguantarme un poco,
quizás solo era una impresión mía, estaba muy nerviosa porque todo saliera
bien. Llegó la hora en que te ibas, y cuando nos despedimos me sentía incapaz
de soltarte, sabía que iba a ser la última vez que pudiera estar de esa manera,
abrazada, contigo.
Estaba claro que algo pasaba,
pero callé por evitar un mal momento. Cuando por fin me decidí a preguntar,
después de mucho tiempo dando vueltas, y una respuesta de “no me pasa nada
contigo, es conmigo”. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo junto con una
enorme sensación de vacío, pero por fin tenía ya todo claro, aunque no me
gustara la verdad.
Después vinieron las lágrimas.
Fueron muchas las noches sin poder dormir, y aún me despierto imaginándote o
esperando recibir un mensaje tuyo.
Luego llegó lo peor, y no
quería creer lo que estaba pasando. La duda comenzó a invadirme, acompañada de
una gran decepción con un fuerte sentimiento de vacío. Quise quitarle importancia al asunto, así que
lo borré de mi mente, y lo escondí. Siempre he confiado en él y jamás he tenido
ninguna duda de lo que sentía por mi y lo que me demostraba, pero por primera
vez, me hiciste dudar.
Creía que alguna vez podríamos
volver a comenzar, tener una segunda oportunidad. No quería que algo tan bello
terminara así. No entendía cómo dos personas que se amaban tanto, tuvieran un
final tan triste como lo estábamos teniendo nosotros. Pensaba que era más
fuerte, pero es demasiado duro enfrentarlo. Me costaba entender que había sido
la última vez que te había visto, y que no habría ninguna otra oportunidad.
Pensaba que podía haber sido
mi culpa. Siempre me preguntaba ¿qué hice mal?, ¿en qué me equivoque? Comprendí
que la culpa sí fue mía: por agradarte, comencé a reprimirme, a cohibirme, y a
no decir nada de lo que sentía solo por verte sonreír.
Tu culpa solo fue no haber
hablado con más sinceridad, pero nada más. Todos nos equivocamos, y al final
pude aprender una lección.
La mía fue que al fin comencé a
dejarte ir, y he decidido volver hacia atrás, a ser todavía más fría, no
dejarme llevar tanto, saber cuándo tengo que parar las cosas y decir hasta aquí
he llegado, porque sabiendo todo lo que estaba pasando, me permití seguir
haciéndome daño y esperando que todo se solucionara cuando no había ninguna
solución posible.
Si hay algo de lo que me has
hecho sentir muy orgullosa, son todas las sonrisas que lograste sacar. Por tus
abrazos que me hacían sentir tan protegida, por aparecer en mi vida, traerme de
nuevo la ilusión y porque tuve la oportunidad de aprender a quererte, gracias,
realmente me hiciste feliz.
Me gusta quedarme con todo lo
que te he querido, que siempre he intentado que fueras muy feliz a mi lado y
que a mi me has hecho inmensamente feliz. Sé que te voy a echar muchísimo de
menos, porque has sido una persona muy importante para mi, pero necesito
avanzar y seguir con mi vida.
Ha llegado el momento de
dejarte ir, el momento en que ya abandones mi cabeza, que salgas del lugar que
has ocupado en mi corazón, porque estoy cansada de vivir en el pasado y no me
gusta mirar hacia atrás.
Dejo atrás la duda de como
hubiese sido el futuro junto a ti y la costumbre que tenia de hablar contigo a
todas horas. Pero ya no puedo seguir haciéndome más daño, y esto es una clara
despedida, hasta aquí he llegado.
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