No encuentro las fuerzas
suficientes para dar ese paso.
Por más que sepamos que estás
en una etapa que ya tenía que llegar a su fin, porque no estaba haciéndote nada
de bien, es difícil. No puedes pronunciar las palabras adecuadas, y te cuesta
demasiado dar el paso de tener que finalmente decir lo que ambos saben. Es el
final de la relación, pero no logras que tenga el mismo gusto que un final.
Todo se siente demasiado
complicado, pero a la vez te gusta cerrar los ciclos. Te gusta saber que
verbalizaste que ya no tendrían ninguna posibilidad juntos, y no debía ser una
idea en la cabeza de ninguno de los dos. Pero temes perderlo del todo. Sabes
que en cuando los dos decidan que ya es demasiado y hay que decir el temido
“adiós”, no podrás volver a sus brazos, a sus caricias, a su compañía…
Pero no es más que una
ilusión, que una gran excusa que te inventas porque no eres lo suficientemente
valiente. No puedes dar el cierre de esta etapa con todas sus letras, peor
tampoco da para más. No crees tener la fuerza para hacer lo que has estado
pensando y decidiendo en todo este tiempo. No te sale la voz, llevas la
corriente en cada paso. Y en tu cabeza resuena un “ya estoy harta, esto no da
para más, no puedo mentirme así a mí misma“. Y no deberías hacerlo, es una sola
palabra: adiós.
Ni siquiera tienes que pronunciarla.
Quítate esa idea de que solo con palabras, conversando, y un beso o quizás un
abrazo, todo se acabará. Sabes que ya todo está acabado hace mucho tiempo, pero
lo alargas con la intención de no dejar de soñar. Aún si no han tampoco tratado
de arreglar lo rotos que están. Son ilusiones infantiles de que despertarás y
este solo ha sido un trago amargo dentro de su relación, y que durarán muchos
años más. Te pones a contar el tiempo y sabes que ha pasado mucho; que lo más
sabio es sí o sí alejarse y tomar otro camino.
Entonces, mientras espera que
te conteste el celular, mientras estás sentada en la banca cerca de su casa
para ver si pasa por ahí y pueden hablar, te rindes. Cedes tu supuesto derecho
a una despedida formal aunque sea de palabra. Es solo un capricho, tu corazón
no necesita de eso para darle fin a esta relación. Ya está acabada antes de que
pronuncies las palabras.
Cuando sientes al otro lado
del teléfono que al fin contestan, simplemente cortas. Apagas el celular. Ya no
quieres más, y esto está metros bajo tierra. “¡Qué cobarde!“, piensas, porque
no te atreviste a decir esa única palabra que acabaría todo… pero lo más
necesario era que te pudieras marchar. Y al fin lo has logrado.
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