En ocasiones piensas cosas como: ¿por qué a
mí?, esto no debería estar sucediendo, tengo mala suerte. En el artículo de hoy
hablaremos sobre cómo comenzar a entender por qué nos pasan las cosas que nos
pasan para de esta forma tener la capacidad de transformar nuestra realidad.
Lo primero que debemos hacer es comprender
que nuestros pensamientos son la base de todo, mejor dicho, son los planos de
la realidad que construimos día a día. Posiblemente te estés preguntando ¿cómo
mis pensamientos pueden ser un plano? La respuesta es muy simple, nuestro
pensamiento nos incentiva a tener unas emociones, intenciones, sentimientos y
acciones determinadas. Estas, se convierten en la semillas que sembramos a cada
instante.
Es importante aclarar que nuestro pensamiento
está basado en el cúmulo de información y estímulos que hemos recibido de
entorno en el crecimos (familia, colegio, religión, sociedad, país, etc).
Los seres humanos nacemos en la inocencia o
como yo suelo decir, en la luz. Ahora bien, si nacemos en la luz pero no
conocemos la oscuridad, entonces no podremos valorarla. Por está razón hacemos
un recorrido a través de la ignorancia (oscuridad-ego), que está compuesta por
nuestros miedos, creencias limitantes, emociones, sentimientos negativos, etc.
Al superarlos y trascenderlos, nos convertimos en sabios. Regresamos a la luz
pero con la consciencia de que existe la oscuridad.
Me gustan las metáforas y hoy quiero
compartir una que puede ser de gran ayuda.
Imagina que el planeta que habitamos es un
colegio, lo que dura nuestra vida es el tiempo de estudio que tenemos. Nos
hemos matriculado aquí para aprender a ser felices, a vivir en paz, a dar lo
mejor de nosotros y a amar a los demás sin distinción. Para esto el sistema
pedagógico de el colegio nos revela a través de nuestros resultados del día a
día y de las personas con las que nos relacionamos, lo que hay en nuestro
interior ya sea positivo o negativo (admiramos lo positivo – rechazamos lo
negativo). En otras palabras, es como si todo lo que viéramos a nuestro
alrededor fueran espejos que nos muestran lo que aún no hemos visto de nuestro
interior. De esta manera, logramos hacer consciente lo que no aceptamos de
nosotros mismos (oscuridad), y aceptándolo tenemos el poder de trascenderlo
para convertirlo en luz y dejar atrás nuestra ignorancia.
Nuestros mayores maestros en esta escuela son
dos, la ley de causa y efecto o mejor conocida como Karma, y ley de
correspondencia o mejor conocida como ley del espejo.
La ley de causa y efecto (karma)
Cada efecto tiene su causa y cada causa tiene
su efecto
Todos los pensamientos, intenciones y
acciones que emanen hacia el exterior, regresaran multiplicados. Nadie tiene la
culpa de lo que nos pasa, los únicos responsables somos nosotros mismos, por lo
tanto somos autónomos y tenemos el poder de cambiar lo que no nos gusta.
Nuestro presente es el resultado de lo que
hemos sembrado en el pasado y hoy estamos sembrando lo que cosecharemos en el
futuro.
Para saber si hemos actuado bien o mal basta
con observar nuestros resultados, si son
negativos nuestra siembra no habrá sido del todo positiva, pero lo que
realmente importa, es que podremos analizar qué hemos hecho mal y corregir el
error en el presente (dejar de sembrar la semilla tóxica) para no seguir creando
los mismos resultados insatisfactorios.
Ley de correspondencia (ley del espejo)
Como es adentro es afuera y como es afuera es
adentro
Todo lo que hay en nuestra realidad personal,
es un reflejo de lo que hay en nuestro interior (pensamientos, emociones,
sentimientos, intenciones, actitudes…). Lo que no nos gusta de nuestro entorno
debe ser corregido en nosotros.
Observando y analizando muy bien eso que
tanto nos disgusta de afuera, podemos identificarlo en nuestro ser y
transformarlo.
Nuestra vida es la imagen y nosotros los
proyectores, entonces observando el exterior podremos descubrir la oscuridad o
la luz que habita en nosotros.
Reflexión: Si analizamos y comprendemos bien todo lo
anterior, entenderemos que el secreto para comenzar a generar una realidad más
amigable está en nosotros y no en los demás, porque está en nuestra mente. No
podemos controlar el clima, la política, el tráfico o el comportamiento de los
demás, pero sí podemos gestionar nuestros pensamientos.
Recordemos que cada cosa que elegimos pensar
rige nuestra vida, estemos muy atentos a la información con la que nos ponemos
en contacto, y seamos muy selectivos con qué conceptos permitimos que se alojen
en nuestra cabeza.
Sí comenzamos a ser conscientes de cuáles son
esas ideas limitantes que nos conducen a una siembra errónea, podemos
sustituirlas por otras que nos conduzcan a una siembra adecuada que muy pronto
dará frutos.
“El poder está dentro de ti.”
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