Todos
sabemos que los gestos y posturas revelan mucho acerca de la personalidad, la
actitud o el estado de ánimo de alguien. Sin darnos cuenta cada uno de nosotros
va adoptando formas de mirar, de caminar, de plantarse frente a los demás. Las
incorporamos y terminan siendo parte de un estilo propio, que a veces “nos
delata” y muestra aquello que no queremos dejar ver.
Hay
situaciones sociales en las que el trato es fugaz y efímero. Los demás se
forman una idea de nosotros que en parte es consciente y en parte no. Crean una
opinión a partir de lo que decimos, pero también otra a partir de lo que
expresamos a través de nuestros gestos y posturas.
“Ser ‘perceptivo’ significa ser capaz de
detectar las contradicciones entre las palabras de una persona y el lenguaje de
su cuerpo”.-Allan
Pease-
Esto
no sería problema si no fuera porque muchas de esas ocasiones efímeras también
tienen gran trascendencia. Puede ser el caso de una entrevista de trabajo o de
una reunión específica para establecer contactos que nos interesen. También,
por qué no, esas situaciones en las que queremos agradar a alguien que nos
interesa afectivamente y queremos que del episodio el otro se lleve una
sensación agradable y positiva de nosotros.
Por
estas tazones vale la pena aprender a reconocer nuestros gestos y descifrar lo
que expresan. También es importante que logremos pulirlos para que jueguen a
nuestro favor en las situaciones que lo ameritan. Para conseguirlo, veremos
enseguida esos gestos que nos perjudican y que sería bueno recrear.
1.
Morder el labio inferior, uno de los gestos que delatan:Al
morder el labio inferior, de uno u otro modo, comunicas un grado de rechazo por
lo que sale de tu boca. Sin que ni tú, ni los otros sean conscientes de ello,
es uno de los gestos que va a ser interpretado como duda, o falsedad frente a
lo que estás diciendo.
Este
gesto también indica que hay un mensaje oculto. Usualmente la gente dice “me
mordí los labios para no hablar de esto o aquello”. Es una interpretación correcta.
Cuando realizas este gesto denotas que hay algo que estás callando y que
contraría en algún grado lo dicho.
2.
Fruncir el ceño constantemente:El
ceño fruncido es una señal de enojo, de molestia o de rechazo. La verdad es que
se trata de uno de los gestos que en la mayoría de los casos se adopta por
simple tensión. Sin embargo, hay quienes lo hacen con tanta frecuencia que
terminan esculpiéndola en su rostro.
Cuando
hay temor o nerviosismo se frunce el ceño. Además, puede comunicar una falta de
confianza tanto en el otro como en uno mismo. También arrugamos el entrecejo
cuando queremos agudizar la observación o cuando adoptamos una posición
defensiva.
3.
Parpadear frecuente y rápidamente:Es
uno de los gestos más difíciles de controlar, ya que se trata de una reacción
casi automática frente a situaciones que originan nerviosismo. Lo normal es
parpadear de 14 a 17 veces por minuto. Pero cuando estamos nerviosos ese número
aumenta significativamente.
Lo
peor es que cuando comenzamos a parpadear mucho y rápidamente, la atención de
nuestro interlocutor se centra en este curioso gesto. Es fácil que deje de
escuchar lo que estamos diciendo y se concentre más bien en esa falta de
seguridad que expresamos con los ojos.
4.
Ocultar las manos cuando hablas:Las
manos son expresión pura. Enfatizan, evaden, puntualizan o complementan lo que
dices. Por eso cuando una persona habla y mueve mucho sus manos, es percibida
por los demás como más espontánea y confiable. Genera la sensación de
sinceridad.
En
cambio cuando alguien oculta sus manos cuando habla, comunica todo lo
contrario. Es como si estuviera escondiendo algo. No es conveniente poner las
manos atrás, meterlas en los bolsillos, esconderlas debajo del escritorio o
cruzar los brazos. Si lo haces, estás levantando una barrera en la
comunicación.
5.
No sonreír o reír todo el tiempo:La
sonrisa es, sin duda alguna, uno de los gestos que más corazones abre. Cuando
alguien te sonríe, sin darte cuenta, te ayuda a disponerte positivamente en la
conversación. Esto es un magnífico precedente para que el diálogo sea positivo,
sereno y amable.
En
todos estos casos de lo que se trata no es de adoptar una identidad falsa o
maquillada. Todo lo contrario. A través de los gestos, una persona puede
conocerse mucho a sí misma. Así, al hacerse consciente de la forma como se está
comunicando con los demás, a través de su lenguaje corporal puede ajustar el
mensaje que realmente quiere expresar acerca de sí mismo.
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