lunes, 23 de octubre de 2017

Las fuertes palabras de Einstein cuando le preguntaban si creía en Dios

Albert Einstein fue uno de los físicos más sobresalientes de nuestra era, proveniente de la ciudad Bávara de Ulm, nació el 14 de marzo de 1879, sus padres fueron Hermann Einstein y Pauline Koch, ambos eran judíos, provenientes de Suabia.

Cuando tenía solamente 1 año de edad se mudó junto con su familia a la ciudad de Munich mientras que su padre y el hermano de este, Jakob, abrieran un negocio de agua y gas, como les funcionó tan bien, decidieron abrir un negocio más de novedades electrotécnicas de esa época.


Desde muy pequeño Einstein fue un niño muy quieto de un desarrollo intelectual lento, tal vez esa fue la razón que le ayudó a ser la única persona en elaborar una teoría tan compleja como la de la relatividad,  a una persona normal no le interesaría saber acerca de los problemas del tiempo y espacio, de acuerdo con Einstein -¨a las personas adultas no le interesa los problemas sobre el tiempo y espacio debido a que todo el conocimiento y las preguntas las desarrollan desde la infancia. Gracias el lento desarrollo es que no me plantee preguntas sobre el espacio y tiempo sino hasta ser mayor¨-, dijo en su momento el famoso físico.

¿Einstein creía en Dios?

El físico daba numerosas conferencias en distintas universidades en los Estados Unidos, de entre todas las preguntas que le hacían, la más recurrente era:

-¿Cree usted en Dios?

A lo que él siempre respondía:

-Creo en el Dios de Spinoza.

Quien no había leído sobre él, se quedaba con la misma duda.

El filósofo Baruch Spinoza fue considerado uno de los más grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII.



Según el pensar de Spinoza:

“Deja de rezar y golpearte el pecho, mejor sal de tu mundo y disfruta la vida.

Goza la vida, divierte, canta, disfruta todo lo que he hecho para ti.

¡Ya no quiero que visites templos fríos y oscuros que tú mismo construiste y que dices es mi hogar!

Mi hogar no está en un templo sino en las montañas, bosques, ríos, lagos y playas, ahí radica mi verdadero hogar donde expreso el amor que te tengo.

Ya no me culpes a mí por tu patética vida, nunca te he juzgado o he dicho que eres un pecador, tampoco te he señalado por tu sexualidad.

No te dejes engañar y disfruta el sexo que es un regalo para que expreses tu amor y la alegría que sientes. No me culpes por lo que los demás te han hecho creer.


Ya no leas esos falsos escritos que hablan sobre mí, si no puedes leerme en un hermoso pasaje, una mirada tierna o un lindo amanecer, no me encontrarás en ningún lugar.

Por favor ya no me pidas nada y déjame hacer mi trabajo.

No tengas miedo, no te voy a juzgar, ni te criticaré por lo que hagas, tampoco te he de castigar, soy alguien que sólo da amor.

Ya no me pidas perdón, no hay nada de que perdonarte, yo te hice tal y como eres, alguien lleno de amor, de pasiones, de limitaciones, de placeres, de necesidades, incoherencias, de sentimientos y de libre albedrío, entonces ¿Cómo puedo culparte de algo si yo te hice así? ¿Qué clase de Dios puede hacer eso y sentenciar a sus hijos a las llamas cuando han de portarse mal?


Aquellos mandamientos que supuestamente yo cree solamente son artimañas para manipularte y hacerte sentir culpa por todos tus actos, así que olvida todas esas leyes, sólo pretenden mantenerte controlado.

Solamente te pido que respetes a tus semejantes, no hagas lo que no desees para ti, que pongas mucha atención en tu vida, que las alertas sean tu guía.

Hijo mío, la vida no es una difícil prueba para el acceso al paraíso, la vida es lo único que hay y lo que necesitas, aquí y ahora.

Eres libre de hacer lo que quieras, no hay castigos ni premios, no existen virtudes ni pecados y no te preocupes, nadie lleva un registro ni un marcador de todo lo que hagas.

Eres libre de hacer de tu vida lo que quieras, si un paraíso o un infierno.


Nadie tiene el poder para decir que hay después de la muerte pero si de algo te sirve, vive tu vida como si en verdad no existiera nada, como si fuera tu última oportunidad para amar y disfrutar, para sentir y existir.

Si no existe nada después de la muerte al menos habrás disfrutado de esta oportunidad que te di, pero si en realidad existe algo no te preocupes, no te preguntaré si te has portado mal o bien, ni siquiera lo que hiciste cuando estuviste vivo.

Ya no quiero que creas en mí porque creer es suponer, sólo quiero que me sientas dentro de ti, quiero que me sientas en cada beso a tu esposa, en cada abrazo a tu hija, en cada caricia a tu perro.

No soy alguien ególatra como tú me crees, así que deja de alabarme.


No me gustan las alabanzas ni que me agradezcan por todo, si en verdad me quieres demostrar tu fe, cuídate tú mismo, tu salud, tus relaciones, demuéstrame lo alegre que eres, esa es la única forma de alabarme.

Ya no te compliques las cosas y no repitas como perico todo lo que te han enseñado de mí.

Este mundo está lleno de maravillas, así que disfrútalas que es lo único seguro que tienes.

No necesitas milagros ni explicaciones sobre mi existencia.


Así que no me busques ahí afuera que no me encontrarás, me encuentro latiendo dentro de ti, recuérdalo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario