Es
común entre los amantes de la literatura querer encontrar amparo emocional en
las letras. Muchos poetas y prosistas se han ganado el fervor y la confianza de
sus lectores a través de frases que, como cuenta Stephen King, “son la realidad
dentro de la mentira.” La mentira es ese medio ficticio entre la historia y la
realidad al que siempre le encontramos algún parecido con la verdad de nuestras
vidas.
Mario
Benedetti es uno de los autores que mejor capta la “verdad” del desamor, pues a
diferencia de los demás autores que tienden a irse por los extremos, ya sea el
del desenfrenado resentimiento hacia el objeto que se niega a ser amado o el de
la devoción fervorosa e irracional hacia el objeto inalcanzable, admite culpa y
se autocrítica sin martirizarse.
En
el poema “La culpa es de uno” un hombre reflexiona tras haberse dado cuenta que
la sutileza con la que su enamorada lo ha rechazado provocó que se encontrara
repentinamente solo:
“Hace
mucho muchísimo que yo no me enfrentaba como anoche al espejo y fue implacable
como vos mas no fue tierno. Ahora estoy solo, francamente solo. Siempre cuesta
un poquito empezar a sentirse desgraciado”.
Con
esa franqueza, Benedetti abre paso a la aceptación de la derrota. El narrador
admite que le ha costado sentir autocompasión. Y claro, luego de la aceptación,
debemos sentir aquella desdicha para poder entenderla, dominarla y finalmente
olvidarla.
Ya que
las letras de Benedetti se han convertido en el consulo y desvelo de muchos,
aquí te presentamos 11 lecciones de amor que el uruguayo nos dejó para curar un
corazón roto:
1.
“A la ausencia no hay quien se acostumbre. Otro sol no es tu sol aunque te alumbre.”
(Mar de la memoria)
La
frase anterior nos permite hacernos a la idea de que lo perdido nunca regresará
aunque otros iguales vengan a ocupar su lugar.
2.
“Sé que soy un idiota al esperarte, pues sé que no vendrás”. (Espero)
Y
evidentemente, el corazón se resistirá inicialmente a aceptar su destino tan
lejano de lo ideal.
3.
“Hay diez centímetros de silencio entre tus manos y mis manos, una frontera de
palabras no dichas entre tus labios y mis labios y algo que brilla así de
triste entre tus ojos y mis ojos”. (Soledades)
En
“Soledades”, Benedetti argumenta que después de la felicidad y el amor siempre
hay soledad, como si la soledad fuese nuestro estado natural y la felicidad y
el amor sólo momentos de desatino en los que la vida nos permite dejar de ser
desdichados. Pero es a través de esta realidad universal que la persona y el
objeto amado pasan a un entendimiento de que uno, si no es que los dos, volverá
a aquella soledad.
4.
“Posiblemente me quisiera, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que tenía una
habilidad especial para herirme”. (La tregua)
Después
de la conclusión emocional vivida entre ambos, queda el desazón y cae la venda,
dejando que el narrador se de cuenta que independientemente de las virtudes y
buenos actos de aquella persona a la que ha amado, nunca actuó plenamente para
evitar herirle.
5.
“Te quiero pero no deseo luchar contra el destino. Disfrutaré de vez en cuando
de tu recuerdo que seguirá alterándome”. (Adiós)
Nuevamente,
hay que admitir que cada quien juega su partida y el resultado no cambiará. Lo
que consta es que aunque la lucha contra el destino ha cesado, queda la batalla
contra el recuerdo.
6.
“El olvido está tan lleno de memoria que a veces no caben las remembranzas y
hay que tirar rencores por la borda. En el fondo, el olvido es un gran
simulacro repleto de fantasmas”. (Ese gran simulacro)
Así
empieza el proceso de dejar atrás aquello que ya ni siquiera está presente para
dejarse reclamar.
7.
“Así estamos, cada uno en su orilla, sin odiarnos, sin amarnos, ajenos”. (La
tregua)
Hasta
que queda aquella distancia que nos permite dejar atrás la batalla que nos ha
costado tanto desgaste emocional.
8.
“Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece
que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar”. (Primavera con
esquina rota)
De
ahí nos ilustra un camino en el que vamos lentamente, soltando la carga que
queda: la memoria ya sin rencores que todavía nos atormenta.
9.
“Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es
intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón”. (La gente que
me gusta)
Esta
frase es como una bocanada de aire después de haber corrido el maratón del olvido.
Es una palmada en la espalda diciendo que sí, olvidar es lo que más le apetece
a un corazón roto, pero quizás, el poder convivir con ese recuerdo, se
convierta en nuestro mayor logro y nuestra única solución real.
10.
“El amor es una palabra, un pedacito de utopía, es todo eso y mucho menos y
mucho más, es una isla una borrasca, un lago quieto sintetizando yo diría que
el amor es una alcachofa que va perdiendo sus enigmas hasta que queda una
zozobra una esperanza un fantasmita”. (El amor es un centro)
Y al
final, nos queda un fantasma que visita de vez en cuando pero que, al ser
invisible, ya no nos controla.
11.
“No te rindas, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y
el mejor momento”. (No te rindas)
Es
el volver a comenzar que nos deja saber que, junto a Benedetti, hemos sellado
la laceración de un corazón roto.
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