Nos convencemos a nosotros
mismos de que la vida será mejor después de casarnos, después de tener un hijo
y entonces después de tener otro. Entonces nos sentimos frustrados porque los
hijos no son lo suficientemente grandes y que seremos más felices cuando lo
sean.
Después de eso nos
frustramos porque son adolescentes (difíciles de tratar). Ciertamente seremos
más felices cuando salgan de esta etapa. Nos decimos que nuestra vida estará
completa cuando a nuestro esposo (a) le vaya mejor, cuando tengamos un mejor
carro o una mejor casa, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando estemos
retirados.
La verdad es que no hay
mejor momento para ser felices que ahora. Si no es ahora, ¿cuándo? Tu vida
estará siempre llena de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices de
todas formas. Una de mis frases: "Por largo tiempo me parecía que la vida
estaba a punto de comenzar. La vida de verdad". Pero siempre había algún
obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar,
tiempo por pasar, una deuda que pagar. Sólo entonces la vida comenzaría. Hasta
que me di cuenta que esos obstáculos eran mi vida. Esta perspectiva me ha
ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad.
La felicidad “es” el camino;
así que atesora cada momento que tienes y atesóralo más cuando lo compartiste
con alguien especial, lo suficientemente especial para compartir tu tiempo y
recuerda que el tiempo no espera por nadie... así que deja de esperar hasta que
bajes cinco kilos, hasta que te cases, hasta que te divorcies, hasta el viernes
por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el
otoño o el invierno o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor
momento que este para ser feliz... ¡la felicidad es un trayecto, no un destino!
No hay comentarios:
Publicar un comentario