jueves, 18 de enero de 2018

Los 5 errores más frecuentes al discutir


Cuando las personas encaran sus diferencias, en vez de buscar resolverlas, muchas veces las agravan ¿Por qué sucede esto? Porque suelen cometer estos cinco errores frecuentes al discutir.

1. Suponer

El mapa mental es individual, y cada persona lo conforma internamente durante toda la vida. En situaciones de diferencias con otros, generalmente el mapa está circunscripto exclusivamente a lo propio, y se basa en suposiciones. Una suposición no es la realidad, ni siquiera toman en cuenta los hechos de las cosas: la persona los interpreta.


Como somos “seres interpretativos”, cada ser humano se inventa su propia historia de lo que supone que el otro está pensando, o de qué forma va a actuar; esto es una completa falacia, ya que no es posible estar dentro del otro para saber lo que siente. Herramientas: recaba información. Haz preguntas poderosas y profundas antes de plantear tus inquietudes. Chequea con la otra parte aquellos puntos sobre los que tienes dudas, antes de que se los plantees. Contrasta lo que recoges de información, versus tus suposiciones.

2. No contar con todos los elementos de análisis

Otro error es que las personas dejan desbordar su ego con tal de tomar la delantera. En temas sensibles, es importante que recojas todos los elementos de análisis; de lo contrario, estarás metido en una discusión sin sentido. Herramientas: averigua y dibuja el problema. Luego, haz flechas con los hechos y pruebas que has conseguido. Coloca signos de interrogación en lo que falta obtener como datos relevantes. Chequea la información varias veces.



3. Poca claridad en el objetivo a lograr

 El ego de las personas los lleva a tomar acciones desmedidas respecto a lo que se quiere alcanzar. Si estás discutiendo cualquier cosa es importante que determines de antemano cuál es el foco del objetivo a lograr. La mayoría de las veces se desplaza la atención a historias del pasado o experiencias que no conducirán a un buen resultado. Herramientas: Enfócate en el objetivo inmediato a lograr. Descarta todo lo superfluo. Mantén en mente la meta. Plantea el objetivo en algún momento de la discusión; exprésala claramente, y busca la adhesión de la otra parte a que, al menos, la considere dentro de su propio mapa mental. Esto servirá de base para acercar posiciones, por más discordantes que sean.


4. Querer tener la razón

Otra manifestación del ego es buscar salirse con la suya, como sea. El querer tener la razón te aleja del resultado, puesto que, inconscientemente, te cierras al abanico de posibilidades de solución que podrían abrirse. Al tener la mente estrecha a tu propia forma de representarte la discusión que mantienes, no puedes observar el entorno, ni tienes los reflejos suficientes para re elaborar lo que la otra parte expresa, para lograr un punto de acuerdo. Herramientas: Entrénate en dejar de querer tener la razón. Empieza por flexibilizar tus escenarios de conflicto. Busca puntos de contacto frente al otro, en vez de enfocarte en las diferencias. El resultado será que, aunque tengas un mínimo punto de encuentro, ya es una opción saludable para el ganar = ganar de ambas partes.


5. Escasez de argumentos


Las discusiones se caracterizan muchas veces por no contar con la argumentación apropiada. Sin argumentos no hay defensa posible de tu posición. Herramientas: Sé sólido en la preparación de tus argumentos. Lleva un registro de la conversación que mantienes. Grafica de alguna forma sencilla los picos emocionales que puedan presentarse. Evalúa tu desempeño al buscar acuerdos en una escala de 1 a 5 (donde 5 es excelente disposición y habilidades de tu parte). Recuerda: la clave para discutir y arribar a acuerdos está en la fortaleza de tus argumentos, sumada a tu disposición para afrontar la situación con la otra parte y arribar a un acuerdo razonable para los dos.

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