Cuando las personas encaran
sus diferencias, en vez de buscar resolverlas, muchas veces las agravan ¿Por
qué sucede esto? Porque suelen cometer estos cinco errores frecuentes al
discutir.
1. Suponer
El mapa mental es
individual, y cada persona lo conforma internamente durante toda la vida. En
situaciones de diferencias con otros, generalmente el mapa está circunscripto
exclusivamente a lo propio, y se basa en suposiciones. Una suposición no es la
realidad, ni siquiera toman en cuenta los hechos de las cosas: la persona los interpreta.
Como somos “seres
interpretativos”, cada ser humano se inventa su propia historia de lo que
supone que el otro está pensando, o de qué forma va a actuar; esto es una
completa falacia, ya que no es posible estar dentro del otro para saber lo que
siente. Herramientas: recaba información. Haz preguntas poderosas y profundas
antes de plantear tus inquietudes. Chequea con la otra parte aquellos puntos
sobre los que tienes dudas, antes de que se los plantees. Contrasta lo que
recoges de información, versus tus suposiciones.
2. No contar con todos los
elementos de análisis
Otro error es que las
personas dejan desbordar su ego con tal de tomar la delantera. En temas
sensibles, es importante que recojas todos los elementos de análisis; de lo
contrario, estarás metido en una discusión sin sentido. Herramientas: averigua
y dibuja el problema. Luego, haz flechas con los hechos y pruebas que has
conseguido. Coloca signos de interrogación en lo que falta obtener como datos
relevantes. Chequea la información varias veces.
3. Poca claridad en el
objetivo a lograr
El ego de las personas los lleva a tomar
acciones desmedidas respecto a lo que se quiere alcanzar. Si estás discutiendo
cualquier cosa es importante que determines de antemano cuál es el foco del
objetivo a lograr. La mayoría de las veces se desplaza la atención a historias
del pasado o experiencias que no conducirán a un buen resultado. Herramientas:
Enfócate en el objetivo inmediato a lograr. Descarta todo lo superfluo. Mantén
en mente la meta. Plantea el objetivo en algún momento de la discusión; exprésala
claramente, y busca la adhesión de la otra parte a que, al menos, la considere
dentro de su propio mapa mental. Esto servirá de base para acercar posiciones,
por más discordantes que sean.
4. Querer tener la razón
Otra manifestación del ego
es buscar salirse con la suya, como sea. El querer tener la razón te aleja del
resultado, puesto que, inconscientemente, te cierras al abanico de
posibilidades de solución que podrían abrirse. Al tener la mente estrecha a tu
propia forma de representarte la discusión que mantienes, no puedes observar el
entorno, ni tienes los reflejos suficientes para re elaborar lo que la otra
parte expresa, para lograr un punto de acuerdo. Herramientas: Entrénate en
dejar de querer tener la razón. Empieza por flexibilizar tus escenarios de
conflicto. Busca puntos de contacto frente al otro, en vez de enfocarte en las
diferencias. El resultado será que, aunque tengas un mínimo punto de encuentro,
ya es una opción saludable para el ganar = ganar de ambas partes.
5. Escasez de argumentos
Las discusiones se
caracterizan muchas veces por no contar con la argumentación apropiada. Sin
argumentos no hay defensa posible de tu posición. Herramientas: Sé sólido en la
preparación de tus argumentos. Lleva un registro de la conversación que mantienes.
Grafica de alguna forma sencilla los picos emocionales que puedan presentarse.
Evalúa tu desempeño al buscar acuerdos en una escala de 1 a 5 (donde 5 es
excelente disposición y habilidades de tu parte). Recuerda: la clave para
discutir y arribar a acuerdos está en la fortaleza de tus argumentos, sumada a
tu disposición para afrontar la situación con la otra parte y arribar a un
acuerdo razonable para los dos.
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