Las relaciones humanas son
como una hoja de papel: una vez arrugadas ya no puedes regresarlas a su estado
anterior por más que lo intentes, por eso vale la pena tomarse en serio lo que
decimos porque puede que lo que para nosotros no fue más que un comentario para
otro pudo ser una profunda ofensa. Todos sabemos que somos dueños de lo que
callamos y esclavos de lo que decimos. Ya hablan por ahí de “la prudencia que
hace verdaderos sabios”.
1. “Esa no es una de mis
funciones”, “no me pagan por hacer eso”
Una de las excusas más
populares en el trabajo. En el 99% de los casos solo logran que el jefe se
irrite ya que al decir algo así le estás demostrando que te da igual. Por eso
es mejor responder “Hoy tengo muchas tareas, ¿cuál de ellas debería hacer
primero?”.
2. “No tengo tiempo para
hablar con usted”
Este tipo de respuestas son
sinónimo de falta de educación. Es mejor decir: “Pido disculpas, ¿qué le parece
si hablamos de eso dentro de una hora?”. O en un ámbito más cercano: “Me
interesa lo que dices, pero ahora mismo no puedo prestarte la atención que
quisiera, ¿te llamo más tarde?”. A nadie le gusta sentirse algo menos importante
que otro asunto.
3. “Puede que esto suene
tonto, pero…”
Iniciar así lo que vas a
decir ya pone en duda tus argumentos, le quita credibilidad a tus palabras.
Esta frase no debe tener cabida en tu vocabulario, si es tonto no lo digas y si
lo dices que no sea tonto. Fácil.
4. “No te ofendas, pero…”
Suena como una advertencia
de que lo que dirás a continuación es algo desagradable. En este caso tú mismo
estás creando un mal ambiente y haciendo que tu interlocutor se predisponga a
tomar mal lo que sea que digas. Cuando sientas que esta frase está “en la punta
de tu lengua” mejor cambia de tema. Si ofende no lo digas, o dilo sin
disculparte porque estás seguro de ello.
5. “¡Pero cómo estás de
gordito!” o “¡Vaya!, ¡que flaco estás!”
El peso es un tema espinoso
para muchos. Las personas no siempre toman bien los cambios que ocurren con su
cuerpo, por eso comentarios de ese estilo pueden ser fantásticos para dañarles
el ánimo y su opinión sobre ti. Es mejor decir: “¡Te ves muy bien!”.
6. “Te ves bien para tus
años”
En otras palabras esta frase
suena así: “En comparación con otros viejitos de tu edad te ves menos
dinosaurio”. Si te parece que la persona se ve bien, díselo así: “¡Me encanta
como te ves!”. Fácil y sin chistes.
7. “No me extraña viniendo
de ti”
Intenta no ponerle etiquetas
a la gente. En lugar de frases que le echan leña al fuego es mejor decir: “No
me gusta que has dejado otra vez los platos sucios en la cocina, ¿qué podemos
hacer para que eso no vuelva a suceder?”. Cuando hablas en primera persona, “no
me gusta”, haces énfasis en cómo te sientes y no en que tu interlocutor es malo
(lanzar un juicio de bueno o malo sobre alguien puede ser contraproducente). Si
le dices a la otra persona que, “no te extraña que haya hecho tal cosa”, entre
líneas le estás comunicando que no esperas que cambie, y no lo hará.
8. “Si en verdad me amaras,
tú…”
Al pronunciar esta frase no
solo estás manipulando a tu pareja, sino que le estás haciendo saber que no te
gusta la relación que tienen. Lo más probable es que eso no facilite un
acercamiento. Es mejor decir: “Me sentiría mejor si pudiéramos…”. La mejor
manera de mantener una relación sana es explicar qué no te gusta y luego
PROPONER una solución conjunta.
9. “Eras demasiado para
él/ella”. “Estoy feliz de saber que ya no está contigo”
Incluso si intentas consolar
a alguien luego de un rompimiento con su pareja esa persona puede tomar esa
frase como una ofensa a su gusto e incluso como una indirecta que señala su
falta de inteligencia para elegir a las personas que quiere tener en su vida.
Mejor di: “Él/ella se ha perdido de mucho”. Misma intención, sin ofensas.
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