Es posible superar una
ruptura amorosa y volver a ser felices. Pero... ¿cómo lograrlo?
por Arturo Torres
Las rupturas amorosas son,
con frecuencia, un drama. Se ve cómo la historia de amor que se había vivido
llega a su fin, y eso no solo hace que cambie nuestra perspectiva acerca de
cómo va a ser nuestro futuro, sino que también hace que nos replanteemos cuál
ha sido la verdadera naturaleza de la relación de pareja que hemos compartido
con la otra persona.
Desde luego, el impacto
emocional que supone romper con la pareja puede llegar a abrumar; es una
especie de pared de nuevos sentimientos que nos golpea casi de repente, si
somos nosotros quienes decidimos cortar, o en un instante, si es la otra
persona la que corta con nosotros. Sin embargo, eso no significa que no se
puedan reconocer varios retos y problemas (tanto psicológicos como materiales)
a afrontar en una ruptura de pareja.
Recuperarse de una ruptura
afrontando sus problemas
Coger este golpe a nuestras
emociones e ir reconociendo en él diferentes problemas relativamente separados
los unos de los otros puede ser de ayuda a la hora de recuperarse de una
ruptura.
Veamos cuáles son algunos de
estos retos que implican las rupturas sentimentales, y cómo afrontarlos para
poder seguir adelante con nuestras vidas.
1. La ruptura afecta a la
autoimagen
Verse a uno mismo tan
afectado por la ruptura amorosa puede dañar la autoimagen. A fin de cuentas,
durante un periodo que puede durar días o semanas, notamos cómo nos
transformamos en una persona más vulnerable emocionalmente, con mayor
propensión al llanto y, en ocasiones, más aislada y sola.
Si se está acostumbrado a
convivir con una autoestima que nos devuelve una visión muy idealizada de
nosotros mismos (y relacionada con los valores y características más valoradas
por nuestra cultura, que tienden a tener en alta estima la dureza del carácter
y la autonomía) esta experiencia puede hacernos daño también en este sentido.
El camino para superar esto
es ir aprendiendo a aceptar esta vertiente de nuestra personalidad como algo
propio y humano, algo que también nos define. Reconciliarse con nuestra cara
más emocional es esencial.
2. La amistad con la otra
persona puede perderse
Las rupturas de pareja
también cuestan porque nos fuerzan a plantearnos un dilema doloroso: ¿cómo
relacionarnos con la otra persona de ahora en adelante?
La indecisión entre no saber
si cortar definitivamente el contacto o mantener un trato amigable se agrava
por el hecho de no saber si seremos capaces de llevar a cabo cualquiera de
estas dos opciones. Y, por supuesto, a eso le tenemos que añadir que tenemos
que respetar las decisiones a las que llegue la ex-pareja en ese aspecto.
Lo recomendable es que, por
defecto, después de un breve periodo en el que no se mantiene el contacto, se
vuelva a tener un cierto contacto semanal con la otra persona (si los dos están
de acuerdo) y decidir cómo va a proseguir la relación dependiendo de lo que
experimente cada persona. De este modo no estaremos sujetos a convenciones
sociales y haremos que la relación con esta persona se adapte a lo que
honestamente siente cada uno.
3. Aparece mucho tiempo que
rellenar con algo
Una de las cosas que hace
que las rupturas de pareja sean dolorosas es que se rompe la rutina a la que
estábamos acostumbrados. Si la ruptura es total y no mantenemos el contacto con
la ex-pareja, el sentimiento de soledad puede llegar a dominar buena parte de
nuestro día a día a no ser que hagamos algo al respecto.
Una de las claves para
mitigar este problema y caminar poco a poco hacia la normalización de la propia
soltería es obligarse a socializar con otras personas, incluso si eso resulta
incómodo para nosotros. Para ello es bueno apoyarse en las amistades, pero no
necesariamente se tiene que depender de ellas: la cuestión es salir de la zona
de confort y perder el miedo a entablar nuevas conversaciones con nuevas
personas. Si no nos auto-obligamos, es muy posible que nos mantengamos durante
mucho tiempo en un estado de inactividad en el que se mezclan la melancolía, el
aburrimiento y, quizás, las conductas obsesivas.
Encontrar nuevas aficiones
también es muy positivo, pero hay que intentar que estas no nos aíslen cada vez
más.
4. Los amigos mutuos también
podrían perderse
Si la relación de pareja ha
durado lo suficiente y ha estado conectada a una vida social más o menos rica,
lo más probable es que ambos miembros hayan llegado a estrechar lazos con
amigos mutuos, de la pareja y de uno mismo. Cortar con la relación puede poner
en jaque estos lazos si se opta por la incomunicación total o parcial con la
otra persona. Sin embargo, merece la pena valorar que muchas de estas amistades
tienen valor por sí mismas, y no solo dentro de la comunidad formada alrededor
de la relación de la que hemos salido.
Como siempre, aquí la
comunicación y la honestidad son indispensables. Pero también tenemos que
auto-examinarnos y preguntarnos si lo que realmente es conservar una amistad o
tener un canal de comunicación con la ex-pareja.
5. La mejora puede
percibirse como algo malo
En la mayoría de los casos,
la tristeza relacionada con la ruptura amorosa tiende a ir desapareciendo con
el paso del tiempo. Esto parece algo bueno, y en muchos casos lo es, pero
también puede tener doble filo, ya que nos hace preguntarnos por lo que
realmente significó la relación de pareja por la que hemos pasado.
Si percibimos que nos hemos
recuperado "excesivamente rápido" de la ruptura, esto nos puede hacer
sentirnos mal, al no ver una manera de ver lo significativa que fue esta
relación, y creer que se ha perdido el tiempo o que se ha vivido una mentira.
Se trata de un tipo de dolor muy sutil, relacionado con las crisis
existenciales.
No hay un modo simple de
afrontar este reto que se nos plantea a la hora de echar la vista atrás y
reformular lo que vivimos durante el tiempo en el que se convivió con la otra
persona: cada cual ha de encontrar una manera de reconciliarse con su pasado. Y
esto es malo y bueno a la vez.
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