Albert Einstein fue uno de
los físicos más sobresalientes de nuestra era, proveniente de la ciudad Bávara
de Ulm, nació el 14 de marzo de 1879, sus padres fueron Hermann Einstein y
Pauline Koch, ambos eran judíos, provenientes de Suabia.
Cuando tenía solamente 1 año
de edad se mudó junto con su familia a la ciudad de Munich mientras que su
padre y el hermano de este, Jakob, abrieran un negocio de agua y gas, como les
funcionó tan bien, decidieron abrir un negocio más de novedades electrotécnicas
de esa época.
Desde muy pequeño Einstein
fue un niño muy quieto de un desarrollo intelectual lento, tal vez esa fue la
razón que le ayudó a ser la única persona en elaborar una teoría tan compleja
como la de la relatividad, a una persona
normal no le interesaría saber acerca de los problemas del tiempo y espacio, de
acuerdo con Einstein -¨a las personas adultas no le interesa los problemas
sobre el tiempo y espacio debido a que todo el conocimiento y las preguntas las
desarrollan desde la infancia. Gracias el lento desarrollo es que no me plantee
preguntas sobre el espacio y tiempo sino hasta ser mayor¨-, dijo en su momento
el famoso físico.
¿Einstein creía en Dios?
El físico daba numerosas
conferencias en distintas universidades en los Estados Unidos, de entre todas
las preguntas que le hacían, la más recurrente era:
-¿Cree usted en Dios?
A lo que él siempre
respondía:
-Creo en el Dios de Spinoza.
Quien no había leído sobre
él, se quedaba con la misma duda.
El filósofo Baruch Spinoza
fue considerado uno de los más grandes racionalistas de la filosofía del siglo
XVII.
Según el pensar de Spinoza:
“Deja de rezar y golpearte
el pecho, mejor sal de tu mundo y disfruta la vida.
Goza la vida, divierte,
canta, disfruta todo lo que he hecho para ti.
¡Ya no quiero que visites
templos fríos y oscuros que tú mismo construiste y que dices es mi hogar!
Mi hogar no está en un
templo sino en las montañas, bosques, ríos, lagos y playas, ahí radica mi
verdadero hogar donde expreso el amor que te tengo.
Ya no me culpes a mí por tu
patética vida, nunca te he juzgado o he dicho que eres un pecador, tampoco te
he señalado por tu sexualidad.
No te dejes engañar y
disfruta el sexo que es un regalo para que expreses tu amor y la alegría que
sientes. No me culpes por lo que los demás te han hecho creer.
Ya no leas esos falsos
escritos que hablan sobre mí, si no puedes leerme en un hermoso pasaje, una
mirada tierna o un lindo amanecer, no me encontrarás en ningún lugar.
Por favor ya no me pidas
nada y déjame hacer mi trabajo.
No tengas miedo, no te voy a
juzgar, ni te criticaré por lo que hagas, tampoco te he de castigar, soy
alguien que sólo da amor.
Ya no me pidas perdón, no
hay nada de que perdonarte, yo te hice tal y como eres, alguien lleno de amor,
de pasiones, de limitaciones, de placeres, de necesidades, incoherencias, de
sentimientos y de libre albedrío, entonces ¿Cómo puedo culparte de algo si yo
te hice así? ¿Qué clase de Dios puede hacer eso y sentenciar a sus hijos a las
llamas cuando han de portarse mal?
Aquellos mandamientos que
supuestamente yo cree solamente son artimañas para manipularte y hacerte sentir
culpa por todos tus actos, así que olvida todas esas leyes, sólo pretenden
mantenerte controlado.
Solamente te pido que
respetes a tus semejantes, no hagas lo que no desees para ti, que pongas mucha
atención en tu vida, que las alertas sean tu guía.
Hijo mío, la vida no es una
difícil prueba para el acceso al paraíso, la vida es lo único que hay y lo que
necesitas, aquí y ahora.
Eres libre de hacer lo que
quieras, no hay castigos ni premios, no existen virtudes ni pecados y no te
preocupes, nadie lleva un registro ni un marcador de todo lo que hagas.
Eres libre de hacer de tu
vida lo que quieras, si un paraíso o un infierno.
Nadie tiene el poder para
decir que hay después de la muerte pero si de algo te sirve, vive tu vida como
si en verdad no existiera nada, como si fuera tu última oportunidad para amar y
disfrutar, para sentir y existir.
Si no existe nada después de
la muerte al menos habrás disfrutado de esta oportunidad que te di, pero si en
realidad existe algo no te preocupes, no te preguntaré si te has portado mal o
bien, ni siquiera lo que hiciste cuando estuviste vivo.
Ya no quiero que creas en mí
porque creer es suponer, sólo quiero que me sientas dentro de ti, quiero que me
sientas en cada beso a tu esposa, en cada abrazo a tu hija, en cada caricia a
tu perro.
No soy alguien ególatra como
tú me crees, así que deja de alabarme.
No me gustan las alabanzas
ni que me agradezcan por todo, si en verdad me quieres demostrar tu fe, cuídate
tú mismo, tu salud, tus relaciones, demuéstrame lo alegre que eres, esa es la
única forma de alabarme.
Ya no te compliques las
cosas y no repitas como perico todo lo que te han enseñado de mí.
Este mundo está lleno de
maravillas, así que disfrútalas que es lo único seguro que tienes.
No necesitas milagros ni
explicaciones sobre mi existencia.
Así que no me busques ahí
afuera que no me encontrarás, me encuentro latiendo dentro de ti, recuérdalo”.
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