Justo ayer, fue el día más triste todo el año. "Blue Monday" es como
comúnmente se le llama a esas 24 horas en las que una ola de remordimiento,
nostalgia, ansiedad y mucha tristeza invade a un gran número de personas en el
mundo. De acuerdo con el concepto desarrollado por el psicólogo Cliff Arnall,
catedrático de la Universidad de Cardiff, el tercer lunes del año es el peor
día de los 365 que conforman cada anualidad. Entre las razones que el psicólogo
investigó para asegurar esto se encuentra el tema de la cuesta de enero después
de los gastos decembrinos, el clima que no se decide entre frío ni calor y la
frustración de haber abandonado o fracasado en por lo menos uno de los 12
propósitos de año nuevo.
Aunque no se tienen datos
científicos sobre el "Lunes azul", para muchos esta época suele ser
una de las más difíciles, sobre todo si se trata de comenzar una nueva etapa
como soltero(a). Es decir, todos aquellos que por diversas razones terminaron
una relación justo antes de iniciar el año, se encuentran suspendidos en una
incertidumbre que los hace sufrir. La realidad es que en ningún momento del año
y para nadie es fácil superar la idea de que alguien nos dejó de amar. Ser
rechazados en el amor es una de las situaciones más complejas de afrontar, pues
entre los sentimientos de cariño, el apego y la costumbre, superar la pérdida
se vuelve casi imposible.
Recientemente se descubrió
que aquella sensación de necesitar de alguien, aunque esta persona no nos ame
más, se relaciona con un fundamento biológico que dicta que a mayor rechazo,
mayor ansiedad. Por lo tanto, entre más se niega nuestra expareja a regresar,
más intensa se volverá nuestra obsesión por ella. De acuerdo con un estudio
publicado en una edición de "Journal of Neurophysiology", el amor
puede convertirse en una adicción tan poderosa como la dependencia a la
cocaína.
A mayor rechazo, mayor
ansiedad
El estudio:Helen Fisher, antropóloga y
bióloga de la Universidad Rutgers, llevó a acabo este estudio junto con otros
colegas que analizaron el cerebro de 15 personas que habían sido recientemente
rechazados amorosamente. Todos los participantes habían estado en una relación
de aproximadamente dos años y no tenía más de dos meses de haber sido
abandonados por sus exparejas. Cada uno tuvo que observar una fotografía de su
ex y posteriormente una de alguien desconocido, mientras miraban las imágenes
se les pidió contar de forma regresiva para que las áreas cerebrales no
conectadas con la emoción también se activaran.
Los resultados:Los investigadores
descubrieron que la actividad más alta durante el experimento se encontraba en
el área cerebral que reacciona cuando se posee una adicción profunda a la
cocaína. Es decir, el rechazo de una pareja y el intento que hacemos por
superarlo nos genera reacciones psicológicas y fisiológicas reales e
importantes. Padecemos desde dolor físico, ansiedad, apego y dificultad para
tomar decisiones cuando alguien que queremos decide alejarse.
La obsesión:Los impulsos que nos hacen
extrañar y desear a esa persona pueden llevarnos a una obsesión perjudicial. De
ella derivan una serie de acciones nocivas para ambas partes del conflicto,
pues cuando no se logra lidiar con el rechazo comienzan a surgir conductas
insanas como el acoso, la desesperación, el dolor, la depresión o la negación.
La solución:Así como no existe otra
forma más que la abstinencia para curar una adicción a cualquier droga, superar
una ruptura amorosa se vale de lo mismo. Nulo contacto y evitar a toda costa
que algo o alguien nos recuerde a esa persona, nos ayudará para dejar de sentir
que necesitamos de nuestra expareja para ser felices o poder vivir. Por otro
lado, las experiencias nuevas y las distracciones son lo mejor para suplir la
ansiedad por una dosis de dopamina. Todo lo que nos resulte novedoso o
divertido hará que nuestro cerebro segregue esa sustancia, como si estuviéramos
enamorados, pero ahora será de la vida y no de alguien que no nos quiere más.
A mayor rechazo mayor
ansiedad, por lo tanto evitar que nos rechacen una y otra vez es la única forma
de deshacernos poco a poco de esa obsesión que no nos deja seguir adelante. Sin
llamadas, mensajes, citas, encuentros, ni ninguna otra opción que propicie
nuestras súplicas y su repudio, podremos sacar de nuestro sistema aquel
sentimiento que nos hace creer que aún estamos enamorados. Como cualquier
adicción, el amor también es una dependencia que sólo a partir de la
abstinencia podemos superar.
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