jueves, 14 de diciembre de 2017

Según la ciencia (y Freud) no podemos recordar nada de bebés por la “amnesia infantil”


Fuiste a Disney, conociste al Presidente de los Estados Unidos, te tomó en brazos la estrella de rock favorita de tu padre y tú no puedes recordar absolutamente nada de eso. Es frustrante cuando te dicen que los “mejores” momentos de tu vida los pasaste de bebé y no puedes recordar nada y los recuerdos que tienes son muy pocos. ¿Por qué pasa esto? Por la llamada Amnesia Infantil.

No podemos recordar nada hasta los 8 años, (hay gente que puede recordar cosas de cuando tenían dos años) y lo que sucede es que nadie puede recordar muchas cosas de sus primeros años de vida.


Tenemos recuerdos, escasos y muy distantes entre sí.

Esto ha desconcertado completamente a los humanos por décadas e incluso al mismísimo padre de la psicoterapia Sigmund Freud quien sería autor de la expresión “Amnesia Infantil”.

Pero, ¿qué pasa con nuestra memoria en esos primeros años de vida?


Parte de todo es que los bebés son como unas esponjas, absorben nueva información, tanta que tienen 700 conexiones neuronales por segundos y pueden aprender tantos nuevos idiomas que pondrían celoso a cualquiera. Pero también, como las esponjas, sueltan de a poco su contenido, más si son apretujadas con fuerza.

Entonces, ¿qué sucede?

Una explicación es que la amnesia infantil es el resultado del proceso natural de olvidar las cosas, lo cual no es solo en ese momento, sino a lo largo de toda nuestra vida.

Nuestros cerebros, de hecho y según el psicólogo alemán del siglo 19 Hermann Ebbinghaus, retienen solo el 2% y 3% de 30 días. Olvidamos de manera completamente predecible.


Otra de las teorías sobre la memoria de las personas es el paciente H-M, quien tras una fallida operación de epilepsia y que dañara su hipocampo, no pudo recordar ningún suceso reciente.

Jeffrey Fagen, quien estudia memoria y aprendizaje en la Universidad de Saint John, dice que “el hipocampo es nuestro centro de capacidad para aprender y recordar” donde agrega que en bebés y en los niños el hipocampo está muy poco desarrollado, lo que explicaría que tal vez los recuerdos se perdieron con mucha facilidad o simplemente nunca se llegaron a formar.


Además, la psicóloga Elizabeth Loftus, de la Universidad de California, Estados Unidos, dice que existen recuerdos “sembrados” y que la gente puede “visualizar eventos que no ha vivido y que así se convierten en recuerdo”.

Eligió un grupo de voluntarios y les “sembró” un recuerdo ella misma, diciéndoles una elaborada mentira sobre un episodio traumático en un centro comercial, cuando se perdieron antes de ser rescatados por una amable mujer y reunidos con su familia.


“Les contamos que nos habían dicho sus madres”, dijo ella, y que más de un tercio de las víctimas cayó en la trampa y algunos, aparentemente recordaba el suceso a todo detalle.
Esto quiere decir que a menudo confiamos más en nuestros recuerdos imaginarios que en hechos reales y es totalmente normal.


¿Qué te parecen estas teorías? ¿Has pensado que tus recuerdos de la niñez no son del todo reales?

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