Horas frente al espejo encontrando, una y otra vez, un defecto que sólo tú ves.
«Soy un monstruo. No, ni siquiera un monstruo es tan horrible como yo. No sólo estoy “gordita” ni tengo “kilos de más”, lo mío es deformidad. Mira esto, ¿ves este grano? Es enorme ¿no? Me salen millones en la cara, todo el tiempo. Qué asco. Y luego mira mis piernas, están chuecas, ¿ves? Bueno, pero no más que mis dientes, parezco un animal de pelea. ¿Y mi cabello? Una escobeta lo tiene más lindo que yo».
¿Alguna vez has escuchado algo parecido?, ¿lo has dicho tú?
Si es el caso, podría tratarse de TDC: trastorno dismórfico corporal. Esta es una percepción errónea de supuestos defectos físicos. Sucede tanto a hombres como a mujeres y tampoco aparece en alguna edad determinada. Algunos de los síntomas más característicos de este padecimiento son los siguientes:
Exceso de maquillaje:Convencidos de la existencia de manchas, arrugas, granos y más imperfecciones, usan maquillaje todos los días, a todas horas. Sienten que de no hacerlo, se verán horribles.
Uso de ropa gruesa o muchas prendas:Buscan esconder su cuerpo, que las formas no se noten. Por ello, aun en tiempos de calor usan capa sobre capa y cuando esto es imposible, su opción es ropa muy holgada.
Aseo excesivo:La propia ansiedad sobre que algo anda mal con su cuerpo los lleva a asearse continuamente. Es un deseo inconsciente de “purgar” su sentimiento; deshacerse de él.
Enrojecimiento o heridas en la piel:La insistencia en que hay algo horrible sobre su piel lleva a algunas personas a hacerse cicatrices; se arrancan vellos, se pellizcan continuamente o se rascan.
Preguntas constantes a otros sobre su aspecto físico:Además de mirarse continuamente al espejo para verificar a cada minuto si están bien, preguntan a otros de manera insistente. Sienten la necesidad de que los demás les digan que, en efecto, es su imaginación.
Es importante hacer notar que casi cualquier persona puede sentirse afligido por tener alguna imperfección, sin embargo, quienes tienen este trastorno se ven impedidos a llevar una vida habitual. Esto porque, entre otras cosas, desarrollan ansiedad, depresión y fobia social. En el ámbito laboral, académico y sentimental no pueden desenvolverse como desean ni establecer relaciones sólidas, pues sufren de delirios de referencia; o sea, piensan que todo el mundo habla de ellos y de sus “defectos”.
Según la revista Dermatologia Ibero-Americana Online, el origen del TDC tiene muchas explicaciones, una de ellas es que:
«La “fijación” en partes defectuosas del cuerpo constituye una defensa contra la ansiedad. El psicoanálisis lo explica como que ocurre un desplazamiento que es un mecanismo básico de los sentimientos de inferioridad, autoimagen pobre y culpa hacia un área corporal definida. Hay que tomar en cuenta los factores que influyen en percepción corporal que son: la personalidad, estados premórbidos, significados ideosincráticos, factores constitucionales y la experiencia individual».
Es decir, se trata de un conflicto inconsciente no resuelto exteriorizado de manera física. Al tratarse de un trastorno cuyo origen se encuentra en lo más profundo de la psique, es necesario que quien padezca estos síntomas busque ayuda profesional.
Pese a ello, no todo el origen de esta problemática se encuentra en la cabeza de quien lo padece; los constantes mensajes recibidos de todos los flancos mediáticos crean la falsa necesidad de ser y parecer de una determinada manera y, como consecuencia, odiarse a uno mismo cuando no se encaja con ello.
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