El
miedo de los padres al fracaso y al sufrimiento de sus niños cada vez es más
grande. Estos son los principales errores que se comenten en la crianza y la
forma de superarlos.
Cualquier
padre de familia sueña con ver triunfar a sus hijos. La parte difícil es
lograrlo con el balance perfecto que, según los expertos, radica en establecer
expectativas altas e involucrarse en su desarrollo, pero sin irrespetar su
autonomía. Tristemente, en el mundo actual la mayoría de los padres ha optado
por un extremo tóxico: ser sobreprotectores.
Son
los que hacen por ellos casi todo, los cuidan de no equivocarse ni tomar
riesgos, y les exigen metas que poco reflejan las necesidades de los pequeños.
El resultado son jóvenes tristes, estresados, ansiosos, frustrados y poco
motivados.
A
continuación te presentamos las 7 claves para tener hijos exitosos e
independientes:
1.
Coma en familia:Compartir
el desayuno, el almuerzo o la cena es un punto de encuentro importante para las
familias. Sin embargo, el agitado ritmo del siglo XXI ha hecho que este momento
cada vez sea más escaso o que se haga de afán. Un estudio, realizado con cerca
de 15.000 estudiantes de colegio y publicado en la revista BMC Research Notes,
mostró que en las últimas dos décadas ha disminuido el porcentaje de niños y
adolescentes que cenan con sus padres. Otra investigación publicada en JAMA
Pediatrics reveló que solo el 30 por ciento de los adolescentes comen al menos
siete veces por semana con sus familiares.
Lo
anterior estaría afectando el núcleo familiar, pero, sobre todo, el rendimiento
académico de los hijos pues cada vez es más sólida la evidencia científica que
relaciona comer en familia con el colegio. Se estima que el 40 por ciento de
los niños y adolescentes que lo hacen obtienen calificaciones excelentes y
dedican más horas a leer y hacer tareas, mientras que quienes comen menos de
tres veces a la semana con su familia tienen el doble de riesgo de tener bajas
calificaciones escolares.
2.
Evite tratarlos como “reyes”:El
libro The Collapse of Parenting, escrito por Leonard Sax, generó toda una
polémica en Estados Unidos. El psicólogo señala que los padres han perdido
autoridad y hoy parecen más grandes amigos que padres. Por eso, se les llama
papás BFF, sigla de ‘Best friends forever’, que traduce mejores amigos para
siempre.
Para
él, los papás colapsan en el oficio de criar cuando, para no polemizar con
ellos, les dan rienda suelta a los hijos y les permiten de todo: comer pizza al
almuerzo, irse a dormir a las once de la noche, ver televisión sin horario, no
comer en familia. Todo esto sucede porque los padres están confundidos con su
papel. “Hoy todo es una pregunta que lleva a que ellos tengan el poder de
decisión: ¿crees que debes comer brócoli? o ¿piensas que es hora de ir a
dormir?”
Otra
de las fallas de los padres de hoy, en opinión de Sax, es que les ruegan
demasiado para que sus hijos hagan algo, como cuando les piden el favor de que
se vayan a dormir, dejen de hacer ruido o los acompañen a una diligencia. Para
Sax, pedir el favor es regalarles autoridad, algo que no se debe conceder. En
un estilo de crianza sano una orden de los padres debería ser definitiva.
3.
No sea sobreprotector:La
psicóloga clínica Madeline Levine publicó el libro Teach your children well, en
el que critica duramente a los padres que tienen una visión del éxito basada
solo en puntajes, trofeos y resultados, y dejan a un lado el bienestar y la
autonomía de sus hijos. Cuenta que una señal inconfundible de los padres
obsesivos aparece cuando hablan en plural sobre los proyectos de sus hijos,
como por ejemplo, "estamos aplicando a la Universidad de Columbia".
Según
el psiquiatra infantil Germán Casas, esta tendencia existe en todo el mundo y
es producto de las exigencias de la sociedad de consumo. "Es un fenómeno
sociológico y se caracteriza por padres que creen que sus hijos deben tener
competencias excepcionales, porque de lo contrario van a fracasar en la vida".
En
su libro, Levine cita el trabajo científico de Carol Dweck, que demostró que
los padres sobreprotectores no crían niños más motivados y exitosos. Quienes
logran esos resultados son los padres que establecen expectativas altas pero
respetan la autonomía del niño.
4.
No les resuelva sus problemas:Julie
Lythcott-Haims, abogada de la universidad de Harvard, escribió un libro que se
volvió un fenómeno en Estados Unidos: How to Raise an Adult: Break Free of the
Overparenting Trap and Prepare Your Kid for Success. En este la tutora de la
Universidad de Stanford señala que uno de los problemas que más detecta en los
nuevos estudiantes es la incapacidad de resolver sus problemas, en general
porque sus padres siempre habían estado ahí para hacerlo.
La
psicóloga María Elena López afirma que en general sí existe “una tendencia de
los padres a mantener una atención de vigilancia permanente sobre los
comportamientos de sus hijos, orientándolos hacia lo que deben pensar, sentir y
hacer”. Esto se debe a que los papás tienen mucho miedo de que sus hijos sean
vulnerables a nivel emocional. “Temen que la adversidad los tire a la lona”,
dice López.
Y es
que cada vez es más delgada la línea que separa la adolescencia de la adultez,
pues muchos jóvenes entre los 18 y 22 años todavía no están preparados para
moverse solos por el mundo. “El término que uso para referirme a ellos en el
libro es ‘existencialmente impotentes’, que significa que los niños con papás
sobreprotectores no tienen lo que necesitan para ser independientes”, dice
Lythcott-Haims.
5.
Asígneles tareas:Diversos
estudios han demostrado que tienen más posibilidades de ser exitosos los niños
a quienes se les exige más. "Si los niños no lavan los platos en donde
comen, eso significa que alguien está haciéndolos por ellos", asegura
Julie Lythcott-Haims, ex decana de la Universidad de Stanford en un famoso TED
Talk. Para ella, esa lección de que sus deberes pueden ser resueltos por un
tercero es en extremo nociva para el aprendizaje.
Para
ella los valores esenciales para tener éxito en la vida laboral se desarrollan
en la primera infancia. Así, los niños con las tareas del hogar aprenden a ser
responsables y a sentir que pertenecen a un equipo.
6.
No los maltrate:Muchos
padres aún utilizan las palmadas y castigos físicos como método de educación.
Pero un nuevo estudio reitera que dicho hábito, en lugar de formar, resulta
contraproducente para el desarrollo de los pequeños.
Investigadores
de las universidades de Texas y Michigan, en Estados Unidos, analizaron datos
de 160.000 niños y encontraron que los que recibieron nalgadas son más
propensos a desarrollar problemas cognitivos, rasgos antisociales, desórdenes
de salud mental y baja autoestima en la edad adulta. Y, por el contrario, no
encontraron evidencia de que los azotes tengan efecto positivo alguno. Por eso
recomiendan a los padres buscar otras formas de impartir disciplina. El estudio
apareció en Journal of Family and Psychology.
7.
Compre menos cosas y regale más tiempo:El
exceso de juguetes y cosas materiales hace que los niños no desarrollen tan
bien su imaginación como podrían. La mayoría de personas adultas recuerdan con
nostalgia su niñez pues estaba llena de actividades en grupo y camaradería,
pero esto se ha perdido en sus hijos.
Los
investigadores alemanes Rainer Strick y Ele Schubert realizaron un experimento
que consistió en retirar todos los juguetes de un salón de clases y dejar solo
mesas y sillas. Después del aburrimiento inicial, los niños incorporaron estos
elementos a sus juegos y terminaron inventando actividades con esos objetos.
Además
de estimular su imaginación, en esta práctica los niños también aprenden a ser
recursivos, pues tienen que resolver el problema de jugar con pocos materiales
y objetos a la mano. Por eso también terminan aprendiendo el valor de la
perseverancia y el reto que implica descifrar juguetes sobre los cuales no
conocen su funcionamiento. Si el menor tiene múltiples opciones no se tomará el
trabajo ni tendrá la paciencia de descubrir qué hay detrás de ese objeto
desconocido.
Cuando
un niño tiene un sin fin de alternativas para divertirse sus periodos de
atención son muy cortos. Como siempre hay un juguete nuevo en línea de espera,
los jóvenes no valoran el momento del juego y en cuestión de minutos pasarán a
otro objeto. Por eso es muy común que, luego de la emoción inicial, los niños
descarten y olviden los juguetes que pidieron insistentemente. Siempre será
mejor compartir con ellos que llenarlos de cosas.
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