Ya
sabes que soy pésima a la hora de hablar sobre mis sentimientos. Ahora, imagina
lo difícil que es escribir una carta sobre lo que siento. Sin embargo, siempre
me decías que era la manera más tierna de enamorar y expresarse, tal vez,
tenías toda la razón en eso.
Siempre
serás el hombre que me enseñó a descubrir el amor real. Mi primer amor, mi
única pareja. Fuiste el ser que se quedó con lo más preciado de mi esencia. En
mi vida has sido más que eso. Eres el hombre que me enamoró, pero no se enamoró
de mí.
Sin
importar el tiempo que ha pasado desde nuestra separación, necesito contarle a
esta hoja de papel todo lo que me has dolido. Sí. Porque para nadie es un
secreto lo que pasó entre nosotros… La verdad, poco me importa lo que comenten
acerca de nuestra separación. Yo te conocí como nadie y me entregué a ti con
amor y de una manera única. La cual, estoy segura no volveré a vivir, al menos,
no de la misma manera.
Fuiste
mi pareja por 7 años y estoy segura de que, ahora, haces muy feliz a quien tomó
mi lugar. Tu amor me hizo vibrar, despertaste mi sexualidad desde la punta de
mis dedos hasta el último de mis cabellos.
Para
muchos, tus sentimientos siempre fueron falsos y, a fin de cuentas, sé que para
ti también lo eran. Aunque sabía que no me amabas, me encantaba tu esfuerzo
para lograr enamorarme. Peleabas contigo mismo para ver en mí algo más. La
verdad, no puedo culparte.
El
comienzo de todo…
Recuerdo
claramente el primer escrito que dejaste bajo la puerta. Aunque aún no sabía
que era tuyo, dibujaste una enorme sonrisa en mi rostro. Sonrisas que se fueron
repitiendo día a día, con cada carta de amor que recibía. Hasta ese jueves de
mayo que te descubrí. Fue muy gracioso cómo tratabas de fingir que no sabías
nada, luego la verdad te hizo ceder y me comenzaste a enamorar.
Salida
tras salida, me diste la seguridad de que querías estar a mi lado. De que
podíamos ser una pareja perfecta. Pero, a la vez, siempre noté tu indecisión,
tu duda. Era yo quien tomaba las riendas y las decisiones mientras tú solo
afirmabas con la cabeza. Sin ver gran problema en eso, decidí darme la
oportunidad en el amor, junto a ti. Mi ceguera ante ti, no me permitió ver la
verdad.
¡La
vida en pareja parecía perfecta!
Como
adoraba tu buen gusto, tus desayunos en la cama y tus ganas de explorar la
sexualidad de ambos a plenitud. El mejor chef que ha pisado mi cocina, sin
lugar a dudas, y lo sigo diciendo hasta ahora. Tu manera de bailar que me
giraban el mundo, son una mínima parte de todo lo que recuerdo de nosotros
antes de la separación.
¡Tal
vez ese fue mi error! Sólo veía cosas buenas en ti. Nunca noté nada y las
pequeñas cosas que me molestaban las dejaba a un lado, para no molestarte. No
hablar a tiempo y posponer lo que me incomodaba, dañó nuestra relación y acabó
con el amor. No puedo culparte por eso.
Tú
estabas batallando con algo mucho mayor que nuestra vida juntos. Mientras yo,
solamente quería hacerme la ciega ante lo que vivíamos como pareja. Es tarde
para pedir perdón, al igual que para pedirte explicaciones. Sin embargo, ¿Por
qué no fuiste sincero? Pudiste evitar que me llenara de amor por ti. Tu excusa
fue que no querías hacerme daño. Ahora, me haces más daño que nunca.
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Solo
hasta el momento de nuestra separación, decidiste ser sincero…
La
llama se fue acabando, la pasión terminando. Ya no me tocabas igual, no me
mirabas igual. Incluso, tu carta sobre la mesa, ya no me decía nada más allá de
la lista de víveres. Algo pasaba y eras incapaz de mirar a aquellos ojos que
lograste enamorar y decirme la verdad. Sabías que estaba enloqueciendo con los
típicos pensamientos de pareja, pensando que se trataba de una infidelidad. Fue
entonces cuando todo se derrumbó y comenzaste a contarme la verdad.
Ya
ambos conocíamos mi posición acerca de formar una familia, mi esterilidad era
un tema que conocías desde el principio. Siempre pretendí compensarte de otras
maneras. Me sentía culpable día a día. Por eso, te di todo lo que pude y me
abrí sinceramente a ti. A pesar de esto, tus planes nunca los conocí, mejor
dicho, no los entendí. No sé cómo lo lograste, pero realmente sentía que éramos
una buena pareja. Hasta el último momento, todo comenzó a tener sentido.
Esa
intensa sexualidad con la que me mirabas se desvaneció. Ya no te acercabas con
la misma pasión, parecía más bien una obligación. Aunque, para ese entonces, no
tenía nombre ni apellido, si existía. No me eras infiel, pero tus pensamientos
te acercaban a la idea de querer estar con otra persona. Nunca vi las señales
de que como hombre no me querías.
Al
descubrir la verdad solo hubo dolor…
¡No
quería escucharte más! Había desperdiciado 7 años de mi vida, junto a una
pareja que no se logró enamorar de mí. Aunque, durante ese tiempo te encargaste
de enseñarme todo sobre el amor. Era hora de que te marcharas y así lo hiciste.
La separación era necesaria, por más dolor que me causara. Tus cartas no
volvieron a escribirse; ya no había más que hacer.
Nunca
tuve el valor de llamarte y hablar. Desde que te fuiste me sentí traicionada.
Lo que quería construir, se escapó entre mis manos y no pude hacer nada para
evitarlo. Supe que te volviste a enamorar, de una mujer un poco menor que
yo. Sé que es guapa, porque he visto sus
fotos. No se me ha hecho tan fácil, como a ti, seguir adelante.
Lamentablemente, aún no me siento lista para comenzar de nuevo. Aunque no
fuiste sincero, si fuiste mi primer amor.
Por
años me sentí presa de un torbellino de emociones. Pasaba de estar molesta, por
ser tan estúpida y esperar algo de ti, a estar feliz porque sentía que si te
quedabas a mi lado todo estaría bien. Fue esa misma locura emocional la que,
luego de nuestra separación, me hizo imposible volver a conversar contigo.
La
última carta…
Esta
es la última carta que hablará de nuestro amor. Y no viene de tu parte, sino de
la mía. He decidido seguir con mi vida. Es por ello que, no me queda más que
despedirme del hombre que me enamoró, pero no se enamoró de mí.
Cuéntanos
tu experiencia, ¿en tus relaciones de pareja has recibido sinceridad absoluta?
¿Has sido sincero completamente con tu pareja?
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