Es
muy usual en toda relación que esa persona se convierta en el motivo de nuestra
felicidad, se convierte en el centro de nuestras vidas. Edificamos junto a
alguien, por el camino más corto, aquello que nos hace invencibles y pareciera
que jamás pereceremos en la búsqueda infinita de la felicidad.
El
amor que hemos aprendido a sentir desde niños por nuestros familiares también
se convierte en una importante parte de ese todo como también el entorno que
nosotros mismos escogimos para compartir los caminos de la vida: los amigos a
quienes aprendemos a amar como hermanos.
Aunque nos encontremos en la encrucijada de seguir las consignas de
todos ellos o seguir nuestro instinto, aun así, somos los dueños de nuestro
propio destino, nadie puede vivir por nosotros.
Las
decisiones complejas: un camino sinuoso.“Muy
cerca de mi ocaso, yo te bendigo vida, porque nunca me diste, ni esperanza
fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida, porque veo al final de mi
rudo camino, que yo fui el arquitecto de mi propio destino”. Amado Nervo, no
pudo haberse expresado mejor en estos versos que hoy nos sirven para explicar
con sus sencillas palabras, aquello que nos preocupa a la hora de tomar las
decisiones complejas en el largo camino de la vida. No es fácil, cuando nos
encontramos ante situaciones adversas, escoger el camino o la respuesta más
apropiada. Nos encontramos siempre expuestos al entorno, a lo que los demás
opinen de lo que nos está ocurriendo.
Es
verdad que las situaciones que acaban por superar nuestra capacidad de
resistencia nos dominan y en ese juego de dominación decaemos profundamente y
no nos queda más opción que apoyarnos en las personas que amamos, esas que
están a nuestro lado siempre y que nunca van a abandonarnos.
Siempre
será importante recurrir al sostén de la familia y también de los amigos más
queridos. Ellos ocupan un papel sumamente importante en nuestra vida. Pero
debes tener en cuenta de que solamente tú conoces a fondo y a cabalidad la
circunstancia que sea que estés atravesando. En este contexto entonces, tú
tendrás la última palabra, sobre todo, nadie podrá decidir por ti. Una cosa
será pedir consejo, pero otra muy distinta es dejar que los demás decidan por
ti cuando tú interiormente sabes lo que es mejor.
También
es cierto que, las personas pasan, vienen y se van, así la familia, los amigos,
la pareja, no estaremos eternamente al lado de alguien, pues somos seres
efímeros sobre la tierra, por lo tanto, debemos aprender a valernos por nuestro
propio esfuerzo. Nunca está demás contar con un sostén, pero tenemos que
aprender a ser lo suficientemente fuertes para asumir las responsabilidades por
nuestra cuenta.
Discernir,
finalmente, una decisión a solas:Compartimos
nuestros problemas, siempre en primer lugar. Pareciera que las grandes madejas
que se nos arman se agrandan y son muy difíciles de desenredar en un proceso a
solas. Encontrar la manera de hacerlo suele ser a menudo una tarea para la cual
necesitamos pedir ayuda.
Sin embargo, en otros momentos, nos sentimos con la
necesidad de tomar las riendas de nuestras vidas por nuestra propia cuenta, ya
lo hemos pensado, hemos analizado todas las aristas de la situación y hemos
llegado a una conclusión por nosotros mismos sin intervención de los demás. Por
ejemplo, decidir una carrera, ir a vivir a otro país, separarse, casarse. Son
decisiones que solo en el fondo de nuestros intereses y de la circunstancia en
que nos encontramos, sabemos cuál es la correcta.
Todos
opinarán, siempre van a intervenir. ¿Quieres realmente alcanzar aquello que te
has propuesto? Escucha la opinión de los demás, no para seguir a raja tabla lo
que los demás quisieran de ti, sino para tomarlo como punto de referencia, pero
al final de cuentas, solamente tú tendrás la capacidad de tomar la decisión
final según tu criterio, solo tú tienes la clave.
La
llave de la felicidad está en tu propia capacidad de tomar las decisiones que
creas convenientes para tu vida. Si haces solamente lo que los demás deseen, no
será lo que tú quisieras, sino que estarás cumpliendo con lo que los demás
esperan de ti, pero debes plantearte si eso es lo que te hace realmente feliz.
Aunque amemos profundamente a las personas que intervienen en nuestra vida,
nosotros, al fin y al cabo, a la hora de tomar el timón de nuestras vidas, solo
nos tendremos a nosotros mismos. Si sobrevienen los errores, entonces,
deberemos estar preparados para aprender de cada uno de ellos.
Busca
tu camino, construye tu destino sobre el cimiento fresco de lo mucho que has
debatido sobre los asuntos cruciales y determinantes de tu vida, pero sé tú
responsable directamente de tus actos. Que nadie más pueda hacerse cargo del
camino que has elegido para alcanza todo aquello que te hará realmente feliz.
Todas las decisiones estarán siempre en ti.
Luego de escuchar opiniones, pon en
funcionamiento tu capacidad de reflexión y finalmente, has el ejercicio de
aprender a escuchar tu corazón. Deja siempre que él tenga la última palabra.
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