Cuando
sentimos el trago amargo de la traición corriendo por las venas, las mujeres
experimentamos el más profundo estado de ira, enojo y amargura que hayamos
sentido nunca, ante esa herida abierta y sangrante. Un cóctel peligroso que
puede desencadenar temibles consecuencias. Pero, lo más curioso de todo, es la
capacidad de ciertas mujeres de encarnar toda esa ira en la amante y no en la
pareja. Si el que está en infracción es él ¿Por qué cargar con las culpas a
terceras personas que quizás no sabían que él estaba en una relación? Merece la
pena hacer un análisis.
Apropósito
de lo que decimos, para muestra, un botón. En la ciudad de San Pablo, Brasil,
una mujer humilló a la amante de su marido, cortándole el pelo, desnudándola y
a golpes, la llevó por las calles de su vecindario. Otro caso en China: una
mujer reconocida como “la vengadora”, que luego de descubrir a su marido con
otra mujer, se dedicó a “ayudar” a otras mujeres en situación similar, para
humillar públicamente a otras amantes.
Buscando
algunas respuestas:Tratando
de echar luces sobre algunas respuestas, el psicólogo especialista en parejas
Gervasio Díaz Castelli, quien asegura que “todo este razonamiento tiene,
principalmente, su origen en la competencia entre mujeres y básicamente en un
pensamiento de extracto machista que tiene la mujer, por la que culpa a la
‘otra’ de ser la que llevó a su hombre al engaño”.
El
especialista explica que “la femineidad se construye en espejo con otra mujer y
genera la fantasía de que la otra tiene el secreto para acceder a ese objeto
deseado: el hombre, su hombre”. A su vez, le atribuye el enojo hacia la otra
mujer al hecho de que “cuando hay hijos y una historia de por medio con la
pareja, no es fácil direccionar el reproche hacia el hombre ya que, casi por
una cuestión de preservación, se elige resguardar la unión familiar”. En este
marco, y en esa suerte de intentar “acomodar” la situación, se trata de dejar
las culpas fuera del entorno.
Sin
embargo, no ocurre lo mismo con el varón que reacciona de manera diferente. El
hombre, cuando su mujer le es infiel, lo primero que siente es una profunda
ofensa que atenta contra su orgullo. Como la virilidad se siente profundamente
lastimada, la primera reacción es ir contra la mujer. Al hombre le cuesta
procesar el hecho de sentirse menos hombre. Así lo ven ellos, aclara el
especialista.
El
mismo psicólogo expresó que “la infidelidad, cuando no se trata de algo
recurrente, funciona como un disparador para resolver un conflicto en la
pareja, de manera inconsciente”. Casi siempre la mujer, en medio de ese proceso
de resolver las situaciones, perdona la infidelidad. Busca poner el pretexto de
que tan solo se trató de una mera cuestión física. Aún, así, si ante esto no se
resuelven los problemas de fondo, quedará la duda y la inseguridad recurrentes
una y otra vez en la pareja.
La
ira contra “la otra”:La
irá que se despierta contra “la otra” alcanza, en muchos casos, niveles más
altos de lo que la mujer puede enojarse con su propia pareja. Frases como “si
ella no se hubiese cruzado en su camino”, “ella tiene la culpa por haberlo
buscado”, son esquemas fáciles para resolver una ecuación, tratando de expulsar
la solución fuera de la pareja. De lo que se trata es de transferir las culpas,
y por lo tanto, libres de culpa y pena, podemos encontrar una manera más simple
de acercarnos al perdón.
En
primer lugar, debes comprender que quien está en deuda contigo es tu pareja. El
que te debe algo porque contrajo un compromiso contigo, es tu pareja y nadie
más que él corre con la responsabilidad de sus actos, de las ofensas que te
haga, del trago amargo de la infidelidad, solo él es responsable. Aquella mujer
a la que llamas “la otra” no te conoce, no la conoces tú tampoco, no te debe
nada, pues no es tu amiga, no sabe nada ti ni tú de ella. Piensa que, así como
fue ella pudo haber sido cualquier otra. Quien está en falta contigo es él.
La
solución está dentro de casa:Las transferencias
de culpas no solucionan tu problema de fondo. Las heridas causadas por la
infidelidad son tuyas y de tu pareja. Deben pensar juntos si vale la pena
seguir adelante o no. En la balanza colocarán las culpas, las causas, lo que
llevó a esa infidelidad (que probablemente esté dentro de casa) lo que
vivieron, el amor y lo que quieren como pareja, como familia. Solo ustedes
saben si será oportuno seguir adelante. Ni la culpa ni la solución está en
terceras personas. El tiempo y amor que los une serán los factores
determinantes para sacarlos de esa encrucijada.
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