A veces puede resultar
cierto cuando una persona dice que duerme con el “enemigo”, refiriéndose a la
pareja. Este se puede decir que es mi caso tratándose de mi marido, aunque aquí
la traición vino por parte de dos seres muy cercanos, el me causó un acto de
infidelidad con nada más y nada menos que mi mejor amiga, o por lo menos yo la
consideraba así.
El relato que voy a mencionar
a continuación incluso hasta puede ser común en estos tiempos, pero francamente
jamás se me pasó por la mente que eso me ocurriría a mí. Lamentablemente mi
historia tiene como protagonista a una persona a quien verdaderamente
consideraba una hermana.
Esa persona se llama Andrea
y saben que? Ella era como mi alma gemela, en otras palabras, la responsable de
que mi infancia fuera como toda niña desea; algunos juegos callejeros, paseos
en bicicletas y lo que no podía faltar, casitas de muñecas. A parte de todo eso
planeábamos lo que sería de nuestras vidas más adelante, por supuesto que sin
pensar de la forma que lo hacen los adultos.
Todo era casi perfecto, nos
complementábamos muy bien y si peleábamos lo hacíamos pocas veces. Aprendimos a
tener prácticamente los mismos gustos, pero cuando había alguna diferencia, esa
diferencia era respetada por la otra persona.En la etapa del ciclo estudiantil,
con Andrea me tocó atravesar desde la primaria hasta la preparatoria ¡en el
mismo salón de clases!. Su madre y la mía estaban conscientes de que la amistad
que compartíamos era muy sólida, una unión difícil de quebrar, así que por ese
motivo decidieron que no nos separemos ni siquiera en eso y las tareas entonces
las hacíamos juntas.
Llegamos a ese momento donde
compartíamos todo: las ropas, las amistades y que decir de las experiencias.
Pero claro, compartir el marido no estaba dentro de mis intenciones!!.
La relación de amistad que
llevaba con Andrea siempre se vio amenazada por gente envidiosa, aunque eso nunca
tuvo lugar dentro de este lazo, al contrario, eso nos unía más.
Para ser sincera me
encantaba la forma de ser de mi amiga, yo la describo como una persona bastante
desenvuelta, alguien a quien no costaba mucho trabajo tener relaciones
sociales. Yo, por el contrario, me catalogo como una chica algo tímida, con
dificultades para ser desinhibida.
En fin, si entre nosotras
existía algún contraste era ese, pero igualmente me encantaba con estar al lado
de ella porque me gustaba mucho su forma de vivir la vida.
De su parte yo siempre fui
incitada a ser más abierta, porque se daba cuenta perfectamente del trabajo que
me costaba hacer amistades, pero luego ese trabajo terminaba siendo de ella
porque a todos lados íbamos juntas y prácticamente las personas que conocían a
mi amiga, también terminaban por conocerme a mí.
Mi hermana mayor siempre
opinaba que yo era algo sumisa y que estaba siempre bajo la sombra de Andrea
porque dentro de todo terminaba haciendo lo que ella decía. Debo admitir que el
punto de vista de mi hermana fue bastante acertado, por lo visto era algo
demasiado evidente, por mi parte yo consideraba que Andrea era la persona que
tenía las mejores ideas en este dúo y por eso me inclinaba más hacia sus
caprichos.
El momento de separar
nuestros caminos llegó cuando iniciamos la universidad, ella escogió una
carrera distinta a la mía y como era de esperar, le fue bastante bien, ya que
siempre fue una chica creativa y para la profesión que escogió se necesita de
eso. A mí, sin embargo, me gustaba más la contabilidad y elegí ese rumbo para
mi profesión.
Andrea era muy sociable, en
contrapartida para las relaciones amorosas ella tenía algo de dificultad. Sus
amoríos a veces duraban poco o incluso, en otras ocasiones, ni empezaban
siquiera. Yo no tuve mayores problemas en ese sentido porque conocí a Carlos,
quien en pocas palabras cambiará mi vida rapidamente!.
Carlos era el prototipo de
hombre que toda mujer desea, alguien apuesto y con ese complemento que lo
convierte en todo un caballero. Para Andrea fue algo de poca importancia cuando
me tocó presentarla y para él fue algo indiferente.
Pasó el tiempo, yo contraje
matrimonio con Carlos y rápidamente comenzaron a venir los hijos. Andrea seguía
soltera en cambio.Ella se convirtió en madrina
de uno de mis hijos y con eso se fortaleció aun más la amistad porque llegamos
a un punto en el que ya éramos una familia y eso me llenaba de orgullo.
¿Como empezó todo?:Por cuestiones laborales,
habían momentos en los que me ausentaba mucho de casa, sin embargo Andrea,
quien vivía cerca , aparecía mucho por ahí para atender a mis chicos.
Me llamó la atención esta
situación cuando mi marido empezaba a preguntarme sobre su vida, sus gustos,
etc. y ni qué decir cuando compartíamos los tres, ese momento era cuando Carlos
le preguntaba directamente sobre sus pasados amorosos y otras cosas
“indiscretas”. Igualmente trataba de convencerme, pese a mis celos, de aquí no
pasaba nada.
El día de la sorpresa:Quizás hasta sin querer,
tuve la desgracia de encontrar un mensaje de mi marido a Andrea que decía: “Nos
encontramos donde ya sabes…”. Traté de calmarme pero fui a investigar que
pasaba, porque también pude ver la hora en la que se citaron.
Mi sorpresa fue grande
cuando encontré a los dos en un bar y decidí encararlos cuando los vi
besándose, Carlos me rogó, lloró, pidió perdón y la otra se limitó a agachar la
cabeza. Luego de ese momento tuve
que soportar muchas críticas por haber dejado a dos personas muy queridas, pero
soy una mujer de criterios sólidos y la traición no puedo perdonar.
Hoy día, mi ex marido sigue
intentando convencerme de volver, sin embargo no obtiene respuesta positiva de
mi parte. Por otro lado, las excusas de Andrea no me importaron mucho, aunque
sí aprendí una lección más en la vida y es que nunca terminamos de conocer a
las personas, a parte tratándose de relaciones de pareja, no hay que confiar lo
suficiente en otras personas, porque pueden terminar siendo cierto que el
enemigo siempre está cerca!
No hay comentarios:
Publicar un comentario