Las
relaciones interpersonales son una enorme fuente de satisfacción y felicidad.
También son la principal causa de insatisfacción e infelicidad. No nos debe
extrañar ya que todos los fenómenos y situaciones con las que lidiamos tienen
dos caras, generalmente antagónicas. Por eso, una de las claves para ser feliz
es aprender a ignorar las palabras, actitudes y comportamientos de muchas
personas.
De
hecho, hay ocasiones en las que ignorar es una cuestión de salud mental porque
hay actitudes que pueden llegar a desestabilizarnos o nos obstaculizan tanto
que nos impiden avanzar y alcanzar nuestro potencial. Darnos cuenta de que
estamos alimentando relaciones tóxicas, donde nosotros mismos somos los
principales perjudicados, es el primer paso para salir de la tela de araña en
la que nos hemos metido.
Ignorar
es un arte:Se
cuenta que en una ocasión, un hombre se acercó a Buda y, sin decir palabra, le
escupió a la cara. Sus discípulos se enfurecieron.
Ananda,
el discípulo más cercano, le pidió a Buda:
– ¡Dame
permiso para darle su merecido a este hombre!
Buda
se limpió la cara con serenidad y le respondió a Ananda:
–
No. Yo hablaré con él.
Y
uniendo las palmas de sus manos en señal de reverencia, le dijo al hombre:
–
Gracias. Con tu gesto me has permitido comprobar que la ira me ha abandonado.
Te estoy tremendamente agradecido. Tu gesto también ha demostrado que a Ananda
y a los otros discípulos todavía pueden invadirle la ira. ¡Muchas gracias! ¡Te
estamos muy agradecidos!
Obviamente,
el hombre no daba crédito a lo que escuchaba, se sintió conmocionado y apenado.
Esta
parábola nos muestra qué significa exactamente ignorar, una palabra que a
menudo tiene una acepción negativa y que puede hacer que nos sintamos “malas
personas” por ignorar a los demás.
Ignorar
es simplemente no permitir que las palabras, actitudes y comportamientos
dañinos de los demás hagan mella en nuestro equilibrio interior. No es
necesario recurrir a la violencia velada ni hacer malas acciones, consiste
simplemente en crear una capa protectora a tu alrededor.
Se
trata de aprender a ignorar a ciertas personas en ciertos momentos, ni siquiera
es necesario alejarse de ellas porque, al fin y al cabo, todos tenemos luces y
sombras. Ignorar no es una forma de venganza ni una manera para hacer sentir al
otro inferior, es tan solo una manera de protegerte.
Las
3 situaciones que debes aprender a ignorar
1.
Las críticas destructivas. Cuando las críticas no tienen la intención de
ayudarnos a mejorar sino tan solo de desmotivarnos o hacernos sentir
inferiores, deberíamos hacer caso omiso de ellas. No dejes que otras personas
te juzguen sin haber caminado con tus zapatos. Y mucho menos dejes que sus
críticas te dañen.
2.
Las malas acciones. Si una persona te hace una mala acción, no permitas que
esta altere tu equilibrio psicológico porque entonces habrá logrado su
objetivo. Recuerda que solo puede dañarte aquello a lo que le confieres poder.
Anota la mala acción, reestructura tus expectativas sobre esa persona y sigue
adelante.
3.
Las manipulaciones. Algunas personas intentarán controlarte a través de la
manipulación emocional. Es importante que seas consciente de ello y que
aprendas a obviar los comentarios que hacen leva en tu sentido de la
responsabilidad, tus sensaciones de culpa o incluso tu cariño, para hacerte
tomar decisiones que de otra manera no tomarías. Cuando aprendes a ignorar ese
tipo de comentarios, puedes ser verdaderamente libre para decidir cada paso en
tu vida.
Construye
tu escudo protector a través de la “Aceptación Radical”:Estamos
tan acostumbrados a reaccionar que nos resulta espontáneo enfadarnos cuando
alguien nos hace una mala acción o entristecernos cuando nos critican. De
hecho, estas reacciones son normales, tampoco pretendemos ser como el Buda de
la historia, el problema es cuando duran más de lo que deberían y terminan
causándonos daño.
Aprender
a ignorar es un proceso que requiere entrenamiento, así como un cambio de
actitud profunda. Aunque puede parecer un contrasentido, para ignorar con
eficacia no es necesario encerrarse dentro de sí sino todo lo contrario:
abrirse por completo al mundo. Una técnica sencilla y muy potente para lograrlo
es la “aceptación radical”.
Esta
técnica forma parte de la Terapia Dialéctica Conductual, desarrollada por la
psicóloga de la Universidad de Washington Marsha M. Linehan, y se enfoca en la
regulación emocional potenciando habilidades como la tolerancia ante la
angustia y la conciencia plena, por lo que también sientan sus bases en la
filosofía budista.
La
aceptación radical implica aceptar algo completamente, sin juzgarlo. En
práctica, muchas de las cosas que dicen o hacen los demás nos molestan y
desequilibran porque no se corresponden con nuestras expectativas, porque de
cierta forma nos negamos a aceptar esas palabras, actitudes o comportamientos.
Esa negación es la llama que alimenta la frustración, el rencor, el odio o la
tristeza.
Cuando
practicas la aceptación radical simplemente asumes lo que ha ocurrido, sin
entrar en juicios de valor. Al asumir una distancia psicológica creas un escudo
a tu alrededor que te brinda la oportunidad de responder a esa situación de
manera que no te pase una factura emocional.
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