La parábola de la Rana Hervida
dice así: Si calientas agua en una olla hasta que hierva y a continuación
introduces en su interior una rana, ésta saltará bruscamente hacia fuera
huyendo de la insoportable y ardiente sensación. Sin embargo, si introduces
dicha rana en la olla antes de comenzar a calentar el agua, el animal se
acostumbrará poco a poco al cambio de temperatura sin notar grandes cambios.
Antes de que se de cuenta, la rana morirá hervida sin reaccionar.
Creo que es un fenómeno
totalmente extrapolable a los seres humanos. Muchas veces nos encontramos en
situaciones desagradables que deberían ser intolerables pero que se toleran,
sencillamente, porque nos hemos ido acostumbrando a ellas. Como aquella frase
de Richard Sennet: “La rutina puede degradar, pero también puede proteger“. La
rutina de la vida, de las sensaciones, puede hacer reaccionar al individuo y
motivarle a actuar para cambiarla, pero las más de las veces sirve de escudo y
excusa para no hacer nada y permanecer igual.
En las relaciones sociales,
especialmente las de pareja, también tiene sentido esta lógica. Ocurre, por
ejemplo, cuando dos amantes que han caído en la rutina se cierran en ella para
no ver más allá y no tener oportunidad de percibir “el peligro”, es decir, el
riesgo de conocer otros ambientes, contextos y personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario