En la crianza de los hijos, en
ocasiones, la falta de límites impuestos por los padres pueden llegar a jugar
en contra de los padres.
Cuando te encuentras ante el
momento de educar a tus hijos, te surgen muchas dudas, sobre todo, cuando se
trata de marcar los límites. Puede pasar que tengas dudas y sientas que no eres
un buen padre o madre cuando tomas ciertas decisiones para establecer tus
normas. Algunas de las preguntas que te puedes hacer son aquellas del tipo: ¿Lo
estoy haciendo bien? ¿He tomado la decisión correcta? ¿Por qué siento que mi
decisión no es la correcta?
¿Qué es y no es un límite?:Muchos padres ven los límites
como algo negativo porque piensan que al ponerlos, no tienen en cuenta la
opinión de sus hijos, pero la palabra límite no es sino enseñarlos. Poner
límites no significa que te enfades con tus hijos, sino que con ellos, lo que
estás haciendo es ayudarles a que aprendan algo.
Cuando estás haciendo la dura
labor de educar, más de una vez, tendrás que decir “no” a cosas que consideras
que no se pueden o deben hacer, y de esta manera, enseñas al niño que, a veces,
no se consiguen las cosas en el mismo instante en que lo quiere. Educar también
significa que, ciertos comportamientos o decisiones, tendrán consecuencias que
habrá que aceptar y corregir. Para que aprendan ésto, no es necesario que
grites a tu hijo, simplemente, muéstrale de forma calmada y con claridad lo que
quieres transmitirle y, por supuesto, evita amenazas que nunca llevarás a cabo.
Es importante cumplir siempre lo que se dice frente a os niños.
Papá, ¿me compras esta
golosina?:Imagina que tu hijo te pide
que le compres una golosina, pero tú consideras que no es el momento de
hacerlo, por lo que le dices que no la comprarás. En ese momento, tu hijo lleno
de rabia, se pone a llorar y patalear. Te avergüenzas porque la gente se queda
mirando, así que, para que deje de comportarse de esa manera, le compras la
golosina. Tu hijo deja de llorar, y tú, puedes seguir con lo que estabas
haciendo.
Con este ejemplo, lo que se
quiere mostrar es que, si cedes ante la petición de tu hijo, dejará de llorar y
tú, dejarás de sentir vergüenza porque todos te miran, pero el pequeño aprende
que si utiliza ese mismo tipo de comportamiento cuando quiere algo, lo va a
conseguir.
Patterson y su trampa del
refuerzo negativo: Patterson explica muy bien lo
que te mostrábamos en el ejemplo anterior y cómo para los padres es mucho más
fácil ceder ante las peticiones de sus hijos. Pero, has de saber que, a largo
plazo, este tipo de comportamiento se repetirá más a menudo y el problema será
mucho mayor.
La trampa del refuerzo
negativo de Patterson explica que cuando en situaciones como ésta los padres
ceden, los dos, padres e hijos, se sienten mejor, los padres porque consiguen
que los hijos se calmen y no molesten, y los hijos porque consiguen lo que
quieren, pero de esta forma, hacen que aumente la probabilidad de que con el tiempo,
las rabietas sean más frecuentes.
A corto plazo, se obtienen
resultados positivos, pero a largo plazo, los resultados pueden llegar a ser no
tan buenos ya que el niño, aprende a manipular a sus padres mediante ese tipo
de rabietas y las usarán con más frecuencia. Otra consecuencia negativa, será
que el comportamiento de los hijos será incontrolable, a no ser que consigan
aquello que quieren.
Las consecuencias de la falta
de límites:Cuando no pones límites a tus
hijos, por lo general no toleran la frustración, les cuesta controlarse, y no
llevan muy bien cumplir las normas; suelen manipular a los demás, y les hacen
sentir mal para conseguir lo que quieren. Suelen ser impertinentes, exigen
privilegios, no son constantes ni se esfuerzan, no tienen paciencia, son poco
colaborativos, tienen problemas de conducta llegando a ser agresivos e incluso
pueden llegar a romper cosas.
Cuando nos encontramos ante un
trastorno de la conducta (negatividad, ruptura de normas), por lo general,
tenemos ante nosotros a un niño cuya educación carece de límites, y es él y no
sus padres, quien manda y decide.
Si no lo educas tú, ¿quién lo
hará?:Teresa Rosillo, psicóloga,
contaba en una entrevista que: “los padres se han olvidado de decir a los niños
que ellos son los que están al mando”. Es bastante habitual encontrar hogares
en los que los niños son los que toman las decisiones y los adultos se adaptan
a ellos y sus caprichos.
No debes olvidar que, una de
las funciones principales como padre, es educar para que tus hijos puedan
autoregularse, pero, para ello, antes tiene que haber alguien que ponga reglas
desde fuera: los padres. Esto implica que hay que enseñarles lo que es o no
correcto, a aceptar cuando se les dice que no a algo, a ser pacientes y esperar
y, enseñarles lo que es la frustración y cómo dominar esa sensación.
No, educar a un niño no es
nada fácil, pero como padre, eres tú quien tiene que asumir ese trabajo.
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