sábado, 18 de noviembre de 2017

"Te deseo primero que ames", una inmortal reflexión de Víctor Hugo

Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.

Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.

Deseo, pues, que no sea así, pero que si es,
sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes,
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar..

Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.

Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas.

Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro.


Te deseo además que seas útil,
más no insustituible.

Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven
no madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.

Porque cada edad tiene su placer y su dolor
y es necesario dejar
que fluyan entre nosostros.


Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año sino apenas un día.

Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena,
que la risa habitual es sosa y
la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras,
con urgencia máxima,
por encima y a pesar de todo,
que existen, y que te rodean,
seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.


Te deseo que acaricies un perro
alimentes a un pájaro
y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal,
porque de esa manera,
sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla,
por mas minúscula que sea,
y la acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuántas vidas
está hecho un árbol.


Te deseo también
que ninguno de tus afectos muera,
pero que si muere alguno,
puedas llorar sin lamentarte y sufrir
sin sentirte culpable

Te deseo por fin que
siendo hombre, tengas una buena mujer
y que siendo mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente,
y que cuando estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegan a pasar

no tengo más nada que desearte.

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