
El
amor mueve el mundo. Hace sufrir, te lleva al cielo sin morir o te hace pedazos
en segundos. Es así como nos han mal vendido el precio del amor que produce las
emociones más hermosas y a su vez nos puede lanzar a las más feas emociones de
rencor, odio, celos o rabia.
El
primer paso para entender y comprender los celos es que nadie es dueño de
nadie. Esa persona con la que compartes es tu pareja a la medida que la otra
persona así lo quiera, nada más. No puedes obligar a nadie a dejar de hacer lo
que le hace feliz, lo que le da placer o lo que le da sentido a su vida, porque
la fidelidad es un valor personal e intransferible.

Mientras
tú creas que esa persona es de tu propiedad y trates de exigirle una vida que
no quiere vivir, se convertirá en una relación que no irá muy lejos. Y aunque
sigan juntos hasta la muerte, será una vida de peleas, enojos y reclamos, en la
cual ninguno de los dos será feliz.
Los
celos pueden llegar al extremo de que él o ella le prohibirán a su pareja salir
sola, hablar con sus amigos y amigas, arreglarse, vestirse bien y hasta
trabajar pensando que le puede ser infiel en cualquier momento. Una persona con
celos enfermizos, acecha a su víctima constantemente y le hace la vida
imposible a su pareja.

En
general, como con cualquier otra situación en la que intervienen personas, debe
ponerse un límite cuando se percibe un daño moral, psicológico o físico. Nada
en una relación afectiva justifica el daño que se causa al otro, eso no es
amor.
Cuando
comienzan los reproches, el control de la vida, la confiscación de teléfonos,
los insultos y las acusaciones basadas en la imaginación de quien las
pronuncia, muy lejanas a las evidencias reales, es el momento de hablar
claramente con la pareja y tomar decisiones.

Quizá,
vives con muchos celos por estar siempre pendiente de tu pareja. Vives con la
preocupación de saber con quién habla y qué hace cuando no está contigo. Pero
la verdad, los celos no son por lo que hace ella o él. Esos celos vienen de tu
inseguridad y la baja autoestima. Entonces si quieres solucionar esto asiste a
terapia, así poder sanarte y liberarte para siempre: tú y tu pareja.

Aprende
que nadie es dueño de nadie, y que no deberías sufrir por la conducta ajena.
Acepta que hay cosas que son como son, adáptate a todo y fluye con la vida. No
luches por cambiar a quien no quiere y cambia tú. Libérese usted. Vuela más
alto tú. Y viaja liviano, tú.
Fuente:
enamorándome
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