Aunque los seres humanos
actuales son el resultado de miles de años de evolución, resulta difícil creer
que somos el producto terminado del desarrollo de nuestra especie. Aunque no lo
parezca, nuestros cuerpos y comportamientos aún están a merced de las
transformaciones como una forma de adaptarnos a los ambientes en que vivimos.
charles darwin estatua:Es más, varios estudios
apuntan al hecho de que no solo seguimos evolucionando, sino que lo hacemos más
rápido, especialmente desde que establecimos la agricultura. A continuación te
presentamos algunas evidencias de que nuestra evolución como especie sigue
vigente.
1 .Nuestros cerebros están
empequeñeciendo:Como debes saber, los humanos
fuimos desarrollando cerebros cada vez más grande durante nuestra historia
evolutiva, y esto nos proporcionó una maravillosa ventaja sobre el resto de
especies que habitan en la Tierra. Sin embargo, mientras más grande es un
cerebro, mayor es la cantidad de energía que requiere para funcionar, y existen
evidencias de que en los últimos 30,000 años los nuestros han empezados a
“encogerse”.
El volumen promedio del
cerebro humano disminuyó de 1.5 mil centímetros cúbicos a aproximadamente 1.35
mil centímetros cúbicos – lo que equivaldría a retirar un trozo del tamaño de
una pelota de tenis de nuestro cerebro –, y existen diversas teorías que
intentan explicar el motivo de esta reducción cerebral.
Para algunos investigadores,
los cerebros se están haciendo más pequeños simplemente por qué nos estamos
haciendo más… torpes. Según los defensores de esta teoría, a través de la
historia los cerebros disminuyen de tamaño a medida que las sociedades se van
haciendo más complejas y grandes, sugiriendo que la seguridad que las
sociedades modernas nos ofrecen como individuos anula la necesidad de tener que
“usar la cabeza” para sobrevivir.
También están quienes creen que
los cerebros pequeños son evolutivamente beneficiosos, ya que nos harían menos
agresivos, permitiéndonos vivir en ambientes más pacíficos. Además tenemos a
los científicos que no apoyan la teoría de que nos hacemos más burros, al
contrario, argumentan que nuestros cerebros se están reduciendo para volverse
más eficientes, pues así se reorganizan de una forma que les permite funcionar
más rápido.
2 .Nos estamos haciendo más
resistentes:Los investigadores han
identificado 1800 genes que han prevalecido en los humanos durante los últimos
40 mil años, y muchos de ellos son asociados al combate de enfermedades
infecciosas.
Así, algunas de las personas
que viven en las ciudades han desarrollado mutaciones que las hacen más
resistentes contra enfermedades como la tuberculosis o la lepra, por ejemplo, y
también se han visto decenas de nuevas variantes genéticas contra la malaria
esparciéndose por África.
3 .Nos hacemos tolerantes a
la lactosa:Básicamente, el gen que
controlaba la habilidad de nuestros ancestros para digerir alimentos derivados
de la leche se inactivaba apenas los bebés dejaban de ser amamantados por sus
madres.
Una vez que nuestros ancestros
empezaron a domesticar animales como vacas, ovejas y cabras, la leche y todos
sus derivados pasaron a ser un suministro constante de calorías y nutrientes. Y
aquellos individuos que portaban la mutación genética que les permitía consumir
esos alimentos sin morir del dolor de estómago, empezaron a transmitir las
novedades a sus descendientes.
Lo más interesante es que
dicha característica genética sigue transmitiéndose, ya que no todos los seres
humanos pueden consumir lácteos tranquilamente. Un estudio llevado a cabo en el
año 2006 concluyó que las poblaciones que ocupaban el este de África hace tres
mil años aún se encuentra desarrollando esta tolerancia, y actualmente la
mutación que permite la digestión de la lactosa se encuentra presente en el 95%
de los pueblos que habitaban el norte de Europa.
4.Las muelas del juicio:Nuestros ancestros
desarrollaron las muelas del juicio como una consecuencia de su dieta, basada
en alimentos como hojas, frutos secos, raíces, carne cruda y eventualmente
alguno que otro hueso. Sucede que rasgar y masticar esos productos provocaba un
gran desgaste en los dientes, por lo que probablemente hayan surgido los
terceros molares para adaptarse a los hábitos alimenticios de nuestros
antepasados.
Sin embargo, al paso del
tiempo nuestra dieta pasó a incluir alimentos más fáciles de triturar, sin
mencionar que desarrollamos utensilios para cortar, moler, picar, descascarar,
etc. nuestra comida. Con esto, nuestros maxilares fueron reduciendo su tamaño –
y los dientes del juicio, además de perder su utilidad, perdieron espacio en
nuestras bocas, y por eso mucha gente tiene problemas cuando salen.
Así, actualmente los terceros
molares son considerados vestigios de nuestra antigua estructura anatómica – de
la misma forma que el apéndice, coxis y el vello corporal –, la estimación
actual es que un 35% de la población nación sin esos dientes, y la tendencia
seguirá hasta que desaparezcan por completo.
5 .Aparición de los ojos
azules:Originalmente los humanos
tenían solamente ojos castaños, hasta que alguien nació con una mutación
genética que originó el color azul. Dicho individuo vivió entre 7 y 10 mil años
en el pasado en alguna zona del Mar Negro, y fue responsable por esparcir esta
característica a una parte de la población.
El descubrimiento es notable,
pero nadie ha logrado explicar por qué los ojos azules prevalecieron
genéticamente entre nosotros. Una teoría menciona que esta característica fue
utilizada por nuestros ancestros como una especie de “prueba de paternidad”, ya
que los padres de ojos azules conciben hijos de ojos azules. Entonces, es
posible que nuestros ancestros con ojos azules buscaran parejas con el mismo
color de ojos para garantizar que le fueran fieles.
Pese a que sea una idea
terriblemente especulativa, un estudio realizado por investigadores noruegos
señaló que las personas de ojos castaños no parecen sentirse más o menos
atraídas por individuos con ojos de un color específico. Por otra parte, los
hombres de ojos azules parecen tener una preferencia por las mujeres que también
tienen ojos de ese color apoyando la
teoría de la “prueba de paternidad” evolutiva.
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