Muchos hemos notado que
después de revisar Facebook, Twitter, Instagram o Snapchat nos sentimos ligeramente
deprimidos, pues el hecho de ver tantas imágenes de cuerpos perfectos, rostros
impecables, lugares paradisíacos que no conocemos y gente disfrutando la vida,
tiene un fuerte impacto en nuestra autoestima y crea una perspectiva negativa
de nosotros mismos.
Las redes sociales pueden
fomentar una falsa autoestima que cubren la falta de aprecio hacia uno mismo, y
favorecen la necesidad de aprobación por parte de los demás. Como dijo François
de la Rochefoucauld: “Ponemos más interés en hacer creer a los demás que somos
felices que en tratar de serlo”.
El Síndrome Selfie:La bronca no es tomar fotos de
uno mismo, el problema surge cuando hay una necesidad de que esas fotos sean
vistas y admiradas por todos, ya no son solamente imágenes lo que exponemos,
sino nuestra propia autoestima.
El promedio para conseguir una
buena ‘selfie’ es de 20 minutos.
Un estudio de la Universidad
Van Wageningen investigó la relación de los autorretratos con la autoestima en
las redes sociales. Los resultados revelaron que aquellas personas que se
realizaban más selfies poseían una autoestima más baja y también tenían menos
sexo. Los sujetos estudiados con un gran número de selfies en sus redes
sociales mostraban un alto índice de inseguridad y miedo al abandono. Es más, el
83% de los ‘selfilovers’ no tenían apenas sexo y sólo el 17% sí mantenía
relaciones sexuales de forma constante.
La vida real versus la vida
virtual:Cuando publicamos una foto en
nuestras redes, la intención es que los demás vean una imagen nuestra admirable,
por eso casi nunca compartiremos imágenes poco favorecedoras, hasta hacer
parecer que en nuestras vidas no existe nada malo: creamos vidas perfectas y
damos la ilusión de tener una alta autoestima.
Eso mismo denunció la modelo
Essena O’Neill al eliminar gran cantidad de sus fotos en Instagram y editando
las restantes contando la “verdad” detrás de ellas. Después eliminó sus cuentas
y publicó este video:
La importancia de los
followers y los likes:Seamos sinceros, a todos nos
encanta tener likes/me gusta/corazoncitos en nuestros posts, pero no podemos
dejar que esto sea determinante para sentirnos bien. Regalamos nuestra
intimidad al compartir qué nos gusta y qué no, dónde estamos, qué hicimos, etc.
¿Es necesario exponernos de esa forma tan explícita a cambio de interacción?
Tener followers o amigos no es
malo, pero ha llegado un punto en el cuál tener el mayor número de seguidores
puede ser lo más relevante en la vida de una persona. Muchos opinan que el
término “amistad” se ha deteriorado hasta meter en un mismo saco a nuestros
amigos reales y a los virtuales.
Una plataforma para el acoso:De la misma forma que son una
adicción, las redes sociales también pueden ser una plataforma de acoso o
ciberbullying. Y no sólo hablamos de agresiones sutiles o directas, sino
también de celos e inseguridad.
Tener baja autoestima, pareja
y redes sociales es una mala combinación: “¿Qué hace ‘en línea’ a estas horas y
sin hablarme? ¿Seguro está hablando con otra? No me quiere. Me engaña. No soy
tan importante y me va a dejar”. No puedes vivir espiando a tu pareja, eso sólo
te hará más daño a ti y a tu autoestima.
Las redes destrozan a muchas
personas porque no encuentran la admiración deseada o porque necesitan mantener
y elevar su estatus. Ambos casos traen ansiedad y síntomas asociados a la
depresión.
¿Cómo mantener una buena
autoestima en las redes sociales?
Publicar de vez en cuando y
revisar las redes sociales alguna vez al día es algo sano, obligarse a publicar
o vivir con presión y ansiedad de hacerlo no lo es.
Un signo de que estamos
llevando una vida saludable y tenemos alta autoestima en las redes sociales es
que te puedes desconectar de ellas. Puedes estar un día entero (mínimo) sin
entrar en tus perfiles o no ves con angustia el no poder conectarte a las
redes.
También es buen signo el poder
vivir una situación o experiencia sola o acompañada sin necesidad de contarlo
en las redes. Y, cuando sí lo publiques, no lo haces con afán de presumir,
dañar o mandar un mensaje a alguien.
Hay vida más allá de la
pantalla de tu portátil, de tu tablet y de tu smartphone. Tienes un mundo
entero fuera para ti. Descúbrelo y compártelo, pero no lo hagas en las redes
sociales.
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