Durante la década de
los 90 la inteligencia emocional fue considerada prácticamente un superpoder.
Se suponía que la
gente que la poseía no sólo era capaz de
identificar estados emocionales, sino que también podían conectar con la gente,
eliminar cualquier atisbo de estrés, y descifrar el lenguaje corporal de
aquellos que les rodeaban.

¿Pero es realmente
tan maravillosa la inteligencia emocional? ¿De verdad es mucho más importante
que el cociente intelectual?
Y si lo es, ¿cuál es
la manera más sencilla de desarrollarla?
Como desarrollar la
inteligencia emocional
En este artículo voy
a romper varios mitos sobre la inteligencia emocional y enseñarte los 10 pasos
que te permitirán empezar a mejorarla. Si es que finalmente consideras que
merece la pena.
El valor de ser
emocionalmente inteligente:La inteligencia
emocional puede explicarse en función de cómo gestionas tus emociones y las de
los demás.
Dearrollar la
inteligencia emocional:Con estos dos ejes
aparecen los cuadrantes que definen la inteligencia emocional:

Autoconciencia: la
habilidad de reconocer e identificar las emociones en ti mismo, así como su
origen.
Autocontrol: tu
capacidad de controlar los impulsos y retrasar la recompensa inmediata.
Empatía: la
habilidad para conectar con las emociones y motivos de los demás.
Habilidades
sociales: la capacidad de relacionarte satisfactoriamente con los demás, gestionar
conflictos, comunicarte claramente e influir sobre las personas.
Otros autores
también añaden la motivación a tu eje emocional.

Pero ¿qué es más
importante? ¿Saber gestionar las emociones o ser un genio de las matemáticas?
A finales del siglo
XX aparecieron varias investigaciones (culminadas en el bestseller Inteligencia
Emocional) que presentaban la inteligencia emocional como el principal motor
del éxito y satisfacción personal. Los estudios mostraban que los mejores
líderes eran emocionalmente muy inteligentes.
Sin embargo, los más
recientes como éste ponen muy en duda esa afirmación.
Quizás los líderes
más carismáticos no poseían tanta inteligencia emocional como se creyó
inicialmente.
¿Por qué?.la manera de
evaluar su inteligencia emocional fue a cuestionarios que ellos
mismos respondieron. ¿Y qué líder iba a reconocer por escrito que no sabía
identificar las emociones de sus trabajadores?
Dime de qué trabajas
y te diré qué inteligencia necesitas
Las últimas
investigaciones también apuntan que existen profesiones donde un exceso de
inteligencia emocional puede ser contraproducente, como por ejemplo mecánicos,
científicos, o contables.

Si tu trabajo es
interpretar datos o reparar coches, ser especialmente sensible a las expresiones
faciales, lenguaje corporal y emociones de aquellos que te rodean puede ser una
grave distracción.
Pero tampoco hay que
pasar del blanco al negro más absoluto. Existen otras profesiones, como las de
comercial, coach o médico donde saber leer y regular las emociones es básico.
En resumen, la
inteligencia emocional es importante pero no es la panacea. En ciertas
situaciones puede ser muy útil, y en otras el cociente intelectual puro y duro
(la capacidad de analizar y sacar conclusiones) puede ser más determinante.

¿Realmente se puede
mejorar la inteligencia emocional?
La teoría más
generalizada es que incrementar el cociente intelectual es prácticamente
imposible. Por eso la mayoría de cursos y coaches han apostado por aumentar la
inteligencia emocional, aparentemente mejorable con la práctica.
¿Pero existe alguna
evidencia de que sea posible? ¿Y hasta qué punto se puede mejorar?
Inteligencia
emocional:Se han publicado más
de 2.500 artículos desde que apareció el concepto de inteligencia emocional. Y
las 4 conclusiones que se pueden extraer son las siguientes:
1. Puedes cambiar,
hasta cierto punto:La capacidad para
gestionar nuestras emociones y las de los demás no varía mucho durante nuestra
vida. Los factores más determinantes parecen ser la educación recibida, genes,
y experiencias infantiles (fuente).

No es que no puedas
desarrollar tu inteligencia emocional, pero para hacer cambios profundos deberás
dedicarle tiempo y esfuerzo.
Eso sí, la
inteligencia emocional mejora con los años, ¡de ahí el dicho de que la gente
madura con la edad!
2. La ayuda
profesional sí da resultados
Hay un intenso
debate acerca del coaching y la formación en habilidades personales.
Personalmente no creo que exista mala fe en los denominados “vendehumo”, pero
sí desconocimiento.

Muchos generalizan
sus experiencias personales y creen que lo que les ha cambiado la vida a ellos,
independientemente de sus circunstancias, funcionará en el resto. Para evitar
este tipo de extrapolaciones existen los estudios científicos, realizados en
decenas de voluntarios.
En estas
condiciones, digan lo que digan los escépticos, los buenos programas de
formación sí funcionan:
No pueden hacer milagros,
pero los últimos metaanálisis demuestran que son capaces de mejorar la
inteligencia emocional un 25% en promedio, y en el caso de las habilidades
sociales, hasta un 50%.
Gracias a la
plasticidad neuronal, el término que los neurólogos usan para referirse a la
capacidad del cerebro para cambiar a cualquier edad, es posible aprender
empatía y gestión emocional. En este último caso, la mejora puede llegar hasta
el 35% (referencia).
Así pues, si no
estás obteniendo resultados con tu coach o curso de formación, quizás sea hora
de buscar uno mejor.

3. Es imprescindible
que alguien te dé feedback
Resulta que no somos
demasiado buenos evaluando nuestro nivel de inteligencia emocional. La
estimamos peor que nuestro cociente intelectual, por lo que además de no saber
cuán listos somos, tampoco tenemos ni idea de si somos agradables.
Una investigación
demostró que la forma en que nos vemos a nosotros mismos tiene poco que ver con
la forma en que nos ven los demás. Es un fenómeno muy conocido que, en muchas
competencias, las personas nos creemos mejor de lo que realmente somos.
Por estas razones,
además de seguir un buen programa de formación, es importante que alguien te
proporcione una visión imparcial de ti mismo.

4. Cuidado con las
técnicas que usas
¿Cuáles son las
mejores estrategias para desarrollar la inteligencia emocional?
Principalmente, las
basadas en la terapia cognitivo-conductual (referencia). Es decir, aprender a
cambiar tus pensamientos y las conductas que los acompañan.
Mejorar tu capacidad
de aceptar y perdonarte (la autocompasión, un concepto que cada vez va a sonar
más).
¿Y las que no
funcionan?
Las autoafirmaciones
positivas. Ándate con ojo con aquellos coaches o programas que prometen mejorar
tu autoestima con mensajes positivos hacia ti mismo (“yo lo valgo”, “soy el
mejor”, “yo me amo”, etc) ya que a menudo resultan contraproducentes. ¡Y pueden
convertirte en un narcisista!
10 pasos necesarios
para mejorar tu inteligencia emocional
El objetivo de un
estudio controlado realizado en 2009 era ver si con un programa adecuado se
podía mejorar la inteligencia emocional en un grupo de voluntarios, en
comparación con otro grupo que no recibió entrenamiento alguno.
El resultado fue un
notable incremento a corto y medio plazo.
En el programa los
participantes recibieron una serie de clases teóricas con ejercicios. A
continuación encontrarás las 10 primeras lecciones más importantes para
desarrollar una sana inteligencia emocional.

1. Detecta la
emoción que hay detrás de tus actos
Casi todos vivimos
desconectados de nuestras emociones. Las experiencias negativas que sufrimos
durante nuestra vida nos enseñan a aislarnos de las emociones para protegernos.
protección emocional:No puedes eliminar
tus emociones, pero debes ser capaz de conectar con ellas y entender cómo
influyen sobre ti. Cuando algo te haga actuar o sentirte de una determinada
forma, párate un segundo, reflexiona sobre la emoción que hay detrás, y
encuentra su origen.
Al principio quizás
no sepas por qué actúas o te sientes como lo haces. No desesperes. No estás
entrenado para hacerlo. Pero a medida que vayas centrándote en tus sentimientos
empezarás a encontrar las respuestas.
2. Amplia tu
vocabulario (emocional)
Sólo hay cuatro
emociones básicas a partir de las cuales se crean todas las demás: alegría,
tristeza, enfado y miedo (aunque algunos autores añaden sorpresa y angustia).

Cuando intentes
reconocer tus emociones te quedes sólo con ellas. No basta con decir “Vale, he
identificado mi emoción y es la tristeza”. No. Debes ser lo más específico
posible.
Los nombres que
pongas a tus emociones te ayudarán a entender cómo te estás sintiendo y por
qué. No digas “Estoy triste” si las palabras que mejor describirían tu estado
emocional serían decepcionado, compungido, melancólico o herido. Sé concreto.
Tener un vocabulario
rico con el que describir exactamente tus sentimientos es muy importante. No
dominar el lenguaje limita el conocimiento de lo que estás experimentando,
creando la sensación de que no sabes lo que te pasa.

3. No te dejes
engañar por las apariencias emocionales
Muchas veces las
emociones primarias desencadenan otras emociones, y eso nos lleva al error de
creer que lo que realmente estamos sintiendo es la emoción secundaria.
Voy a ponerte un
ejemplo.
Imagínate que te
sientes traicionado porque descubres por una tercera persona que alguien que
considerabas uno de tus mejores amigos no te ha invitado a su fiesta de
cumpleaños.
Aparentemente la
emoción sería la traición, cuyo componente básico es el enfado.
¿Pero lo es
realmente?
Si profundizaras en
qué ha provocado tu enfado, probablemente descubrirías que la emoción original
causante de tu enfado es la tristeza. Estás enfadado con tu amigo porque te ha
causado mucha tristeza comprobar que tu amistad no tiene para él el valor que
tú esperabas.

4. No juzgues la
forma en que te sientes
Las emociones tienen
una única función: darte información sobre lo que está ocurriendo. Si pudieras
reprimirlas estarías a ciegas y no sabrías como reaccionar.
Las emociones
negativas te previenen. No luches contra ellas. Debes entenderlas y obtener
toda la información posible para enfrentarte al reto del que te están
alertando.
El miedo te avisa de
que no tienes recursos para abordar lo que está sucediendo. Refleja una
desproporción entre la situación y los recursos con los que cuentas.
El enfado lo sientes
cuando vulneran tus derechos o necesidades. Te empuja hacia el ataque o la
defensa para hacerte respetar.
La tristeza te
indica la pérdida de algo valioso para ti y te prepara para superar esa
ausencia.
Sientes alegría
cuando algo te resulta agradable. Te motiva a experimentarla de nuevo con
conductas que vuelvan a generarla.
Considera tus
emociones no como algo bueno o malo, sino como la fuente de información que te
ayudará a ser más consciente de ti mismo.

5. Descubre el
mensaje oculto de tu lenguaje corporal
Si te cuesta
identificar tus emociones, fijarte en tu lenguaje corporal te dará muchas
pistas de lo que está ocurriendo en tu interior.
Por ejemplo, hay
gente que al inicio de un enfado se cruza de brazos porque empieza a sentirse
agredido. Si relacionas este tipo de cambios en el lenguaje corporal con tus
emociones serás capaz de detectarlas mucho antes.
Cruzarse de brazos
Y no sólo se trata
de cambios posturales. Las emociones también provocan manifestaciones
fisiológicas automáticas como rubor cuando te enojas o presión en el pecho
cuando estás triste.

Empieza a encontrar
patrones en las sensaciones físicas que experimentas cuando se desencadenan en
ti determinadas emociones y te convertirás en un maestro Jedi emocional.
6. Controla lo que
piensas para controlar cómo te comportas
Muchas personas se
excusan diciendo que en los momentos emocionales pierden el control y no son
dueños de sus actos. Pero sólo tienen razón en parte.
Los sentimientos son
el resultado de la emoción y de lo que piensas sobre esa emoción. No puedes
evitar la emoción, pero sí que puedes modificar tus pensamientos al respecto.

Proceso de los
sentimientos:La próxima vez que
sientas una emoción, presta atención porque significa que en breve te va a
invadir un pensamiento. Decide entonces qué pensamiento quieres tener y cómo
deseas comportante.
Y si todo falla,
existen algunas otras técnicas de emergencia que pueden ayudarte:
Si estás muy
nervioso o ansioso, refréscate la cara con agua muy fría e intenta que te dé el
aire. Se ha demostrado que el frío puede reducir la ansiedad.
Evita las bebidas
con cafeína. Los estudios evidencían que incrementan tu nerviosismo y niveles
de ansiedad.
¡Ejercicio! Todo lo
que se diga sobre las ventajas de hacer deporte con moderación me parece poco.
Se ha demostrado que reduce la ansiedad y mejora la confianza en ti mismo.
Duerme lo necesario.
Cuando duermes generas endorfinas y reduces los niveles de cortisol, la hormona
del estrés. Por eso cuando no has dormido bien estás más irritable.
7. Busca el porqué
de los demás
El error que comente
casi todo el mundo cuando observa una reacción en alguien es juzgar únicamente
la reacción, cuando detrás de ella hay muchísimo más oculto a sus ojos.

Acostúmbrate a
pensar en qué sentimientos puede haber detrás de esa reacción. ¿Qué emociones y
pensamientos puede estar experimentando esa persona? Si te está insultando, ¿es
posible que te tenga miedo y crea que la mejor forma de defenderse sea
alterándote?
Buscando el porqué
de las reacciones conseguirás entender a las personas. Y te advierto que cuando
cojas el hábito de hacerlo te costará enfadarte con la gente, porque
comprenderás entonces que casi todo el mundo tiene motivos para hacer lo que
hace.
8. Lleva un diario
emocional (el efecto Bridget Jones)
Otra forma muy
práctica y eficaz para mejorar tu inteligencia emocional es la de apuntar en
una libreta tus sentimientos diarios.

El efecto Bridget
Jones:Los escáneres
cerebrales han demostrado que escribir tus emociones en una libreta reduce la
actividad de la amígdala, responsable de la intensidad emocional.
Este beneficio fue
especialmente evidente en el género masculino, y todavía más cuando fueron
escritas a mano en lugar de tecleadas en un ordenador.
9. Expresa tus
emociones de forma asertiva
Ahora que ya sabes
identificar y poner nombre a tus emociones, el siguiente paso sería aprender a
expresarlas sin efectos adversos mediante la asertividad.
La fórmula general
es “Me siento X (emoción) cuando haces Y (conducta) en la situación Z”,
teniendo en cuenta lo siguiente:
Define concretamente
la emoción X (oprimido, asustado, eufórico, etc)
Expresa tu emoción
en primera persona
Comunica la conducta
Y que te provoca esa emoción, no las intenciones (no juzgues)
Termina expresando
lo que necesitas
Evita usar frases
que empiecen por “Tú” y continúen con un juicio o acusación
Un ejemplo sería:
“Me siento poco valorado porque llevo 5 años sin aumento de sueldo en esta
empresa a pesar de toda mi dedicación”.
10. ¡Conviértelo
todo en conductas prácticas!
No intentes
aprenderlo todo a la vez. Céntrate en una única cosa y conviértela en algo
práctico para saber exactamente qué hacer y cuándo.
Imagínate por
ejemplo que sientes que no le dedicas toda tu atención a la gente.
Constantemente estás divagando y soñando despierto, y tienes un montón de
distracciones en tu móvil. Y eso en el fondo te preocupa.
Una conducta
emocionalmente inteligente sería convertir tu intento de prestar más atención
en algo práctico. Por ejemplo apagando tu móvil y dejando de lado tus
preocupaciones cada vez que te relacionas con alguien.
Ahora en lugar de
hablar de un deseo (prestar más atención) estamos hablando de una conducta
concreta a cambiar.
Repitiendo la nueva
conducta, tu plasticidad neuronal modificará sus conexiones para crear la vía
neuronal del nuevo hábito hasta que se convierta en algo automático.
Otra forma de
reforzar un hábito es la visualización. Imaginarte a ti mismo haciéndolo activa
el mismo circuito neuronal que la actividad real. Por eso los atletas olímpicos
dedican horas a recrear mentalmente la carrera que harán el día de la
competición.
Fuente: Habilidad
social

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