La mayoría de nosotros vamos
por el mundo buscando amor, ansiando amor, anhelando amor, desesperados por
amor, cantando canciones de amor, deseando dar amor, pero cuando se trata de
relacionarnos con amor, no sabemos qué hacer. Es decir, queremos amar y ser
amados de vuelta, pero una vez en una relación, con frecuencia no sabemos cómo
llevarla armónicamente y menos aún cómo hacerla longeva. Además, el dilema de
cómo conservar una relación una vez que se ha encontrado a la persona con quien
se desea estar se renueva generación tras generación, haciendo la pregunta tan
perenne como el deseo de amor.
Escritores, psicólogos,
autores de autoayuda, sabios e ignorantes por igual han intentado dar respuesta
a esta acuciante pregunta. Pero el interrogante continúa: ¿cómo hacer para que
el amor dure? Quizá una de las mejores opiniones sea la del poeta y filósofo
Kahlil Gibran, que en su libro “El profeta” escribió los siguientes versos, que
son tanto precisos como inspiradores.
"Y dejad que los
vientos del cielo dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero
no hagáis del amor una atadura.
Que sea, más bien, un mar
movible entre las costas de vuestras almas.
Llenaos uno al otro vuestras
copas, pero no bebáis de una sola copa.
Daos el uno al otro de
vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y
estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea
independiente.
Las cuerdas de un laúd están
solas, aunque tiemblen con la misma música.
Dad vuestro corazón, pero no
para que vuestro compañero lo tenga.
Porque sólo la mano de la
Vida puede contener los corazones.
Y estad juntos, pero no
demasiado juntos.
Porque los pilares del
templo están aparte.
Y ni el roble crece bajo la
sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble".
Estos agudos versos nos invitan
a cultivar la flexibilidad y parecen decir que la unión de una pareja lejos de
ser una institución rígida, asemeja más a un baile entre dos individuos. Siendo
“individuos” la palabra clave, no se trata de dos mitades que se suman sino de
dos mundos completos acompañándose durante las vueltas de la vida, de la misma
forma en que los planetas y estrellas coexisten con sus pares. Es interesante
que el texto en ningún momento haga referencia a la perfección, porque no
necesitamos de ella para amar ni ser amados. En palabras de Anaïs Nin:
"Donde el mito falla,
el amor humano empieza. Entonces amamos a un ser humano, no a nuestro sueño,
sino a un ser humano con fallas".
Amemos entonces sin deseos
de perfección, sin sumisión, ni límites y quizá encontremos la poesía de “El
profeta” dentro de nosotros.
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