Muchas veces cerramos los ojos a lo que no queremos ver, nos negamos a reconocer qué es lo que realmente ocurre cuando recibimos las excusas de aquellos que en realidad no desean dedicarnos su atención, ni su tiempo.
La realidad es que por apretada que esté la agenda, por más que existan limitaciones, cuando alguien quiere estar presente, está. Y esto no solo engloba la presencia física, también el acompañamiento moral, el soporte a distancia, la atención cotidiana, que no requiere de una logística particular para manifestarse.
Todos somos libres de actuar de acuerdo a nuestras elecciones, incluyendo a las personas que quisiéramos cerca, sin embargo, resulta inteligente sencillamente aceptar cuando alguien tiene intenciones de formar parte de nuestra vida y cuando no.
Siempre habrá quien quiera tenernos como prioridad, aun cuando no ubiquemos mentalmente a esa persona. Obviamente eso no quiere decir que para nosotros alguien que no logra despertar interés se convertirá en nuestra prioridad por reciprocidad. Lo que queremos resaltar es que de eso se tratan las interacciones de la vida, algunas veces buscamos a la persona que creemos equivocada y otras veces a quienes no les damos mayor importancia, nos busca.
Debemos aceptar las dinámicas de la vida, sin drama, solo conscientes de que en algún momento coincidiremos en nuestras preferencias y los eslabones se unirán. Pero lo que no es posible es quedarnos esperando que una persona en particular, que ha establecido sus prioridades de acuerdo a sus intereses, actúe de una forma particular con nosotros, tenga gestos que sabemos que no tendrá o tenga presencia donde no quiere tenerla.
Por el contrario cuando alguien apuesta por nosotros, se hace sentir, se hace notar y sea cual sea el ámbito en el cual se relaciona con nosotros, nos ubicará de forma tal que se torne evidente las ganas de formar parte activa en nuestras vidas.
No desgastes tus energías en quien no lo valora, esto no hace mejor o peor a la otra persona, solo te ubica en una realidad, a fin de cuentas eres tú quien decide finalmente quién entra y quién sale del círculo de tus afectos.
No esperes nada de nadie y evitarás frustraciones, prejuicios y decepciones, permite que la vida te sorprenda con personas maravillosas que sin forzarlas, sin presionarlas y sin excusas quieran formar de manera espontánea parte de tu vida.
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