Ser madre es algo que se
aprende por el camino y de la mano de los hijos. Aprender a amar sin que ese
amor se vuelva opresivo y demasiado sobre protector, sino más bien, con la
misma intensidad con que se le enseña a desplegar las alas y escribir su propia
historia, es el reto al cual todas las madres se deben enfrentar. Sin embargo,
no todas comprenden las reglas del juego y creen que los hijos deben ser su
propio molde y no el que ellos decidan ser. Las relaciones también pueden
tornarse tóxicas con las madres. Te acercamos 5 típicos casos y te contamos
cómo lidiar con ellas.
– Soberbia
Es el tipo de madres que
asume que sus hijos no hacen nada bien si ella no participa de sus cosas. Si
has alcanzado un logro importante por tu propio mérito, ella le resta
importancia. No valora tu esfuerzo personal y si por algún motivo le das una
linda sorpresa, simplemente dice que es lo que corresponde.
He aquí el mayor de los
problemas: nadie se siente absolutamente conforme sin ese visto bueno de la
madre que nos conforta. Si en la vida nos toca una madre con estas
características, sufrimos, nos frustramos, crecemos siendo personas muy
inseguras.
– Absorbente
A este tipo de madres no les
es posible entender que sus hijos crecieron y que por lo tanto, son personas independientes,
capaces de hacer su vida, de imponer su propia personalidad. Creen que sus
hijos son una especie de apéndice suyo y deben hacer lo mismo que ellas y
suponen que los hijos tienen sus mismos gustos, que pueden seguir su misma
carrera profesional, que aspirarán a lo mismo. Creen que involucrarse de manera
desmesurada en la vida de los hijos es lo correcto, que lo hacen para que ellos
estén bien, pero se equivocan. Ellos deben tener la capacidad de tomar sus
decisiones.
– Distante
Al contrario de la anterior,
estas madres viven enfrascadas en su propio mudo y no ven a sus hijos. Pueden
estar con ellos, cumplir con lo básico como cubrir sus necesidades, pero son
madres ausentes, no comparten con ellos. Los hijos en este caso, crecen
carentes de afecto.
Estos casos son complicados,
pues todos los niños en su primera etapa necesitan del amor de la madre, si
crecen carentes de cariño, está comprobado que no solo sufren el desapego sino
que, no desarrollan esa emotividad necesaria y les afecta a la conducta a largo
plazo por ese desorden a nivel de las composiciones químicas del cerebro y la
ausencia del desarrollo emocional.
– Envidiosa
Suele suceder más con las
hijas mujeres. Son madres que no comprenden a cabalidad su rol de madres y
acaban por desubicarse compitiendo con los hijos. Es una madre que genera
sentimientos de envidia, que le molesta el éxito de los hijos, la felicidad de
ellos, si es que ellas pasan por situaciones desagradables en la vida. Crean
consciente o inconscientemente vergüenza o culpa en los hijos, en vez de
animarlos y apoyarlos en todo. Sienten que esos hijos son el resultado de una
vida de fracasos y no aceptan que a ellos sí les vaya bien.
Los hijos de madres como
esta, crecen inseguros, con una inseguridad que los afecta emocional y
profesionalmente. Les cuesta trabajo salir adelante. Pues tienen una grave
deficiencia de autoestima y se auto boicotean, no confían en ellos mismos.
– Narcisista
A ellas no les preocupa lo
esencialmente importante de las cosas, sino el hecho de quedar bien ante los
demás. Pretenden ser la familia perfecta, aunque tengan problemas y en vez de
resolverlos trabajan más por aparentar que todo está de maravillas.
Es el tipo de madres que
minimiza los problemas de los hijos y mantienen una relación superficial con
ellos, pues no están dispuestas a brindarles el hombro, ni el apoyo que
necesiten, prefieren darle prioridad a sus propios inconvenientes intentado
convencer a los hijos que ellos son los que no saben nada de la vida.
Es comprensible que estas
madres le pidan una atención a los hijos que ellos, dada la circunstancia de su
crianza y convivencia, no estén dispuestos a brindarle.
¿Por qué actúan así?
Las madres tóxicas tienen
problemas con esa forma incorrecta de ser madres, pero no significa que por
ello, amen menos o no amen a sus hijos. Lo que les sucede es más complejo,
tienen una forma de amar dañina y no ven que a la larga o a la corta se están
perjudicando también a ellas mismas. Ellas aman a sus hijos, pero no saben cómo
canalizar ese amor.
¿Cómo lidiar con ellas?
Luchar contra esa
personalidad de ella no es fácil, pero tú debes poner empeño en demostrarle tu
capacidad de hacer tu propio camino. Demuéstrale que eres una persona madura,
responsable, dueña de sí. Siempre con hechos más que con palabras. Escúchala
atentamente, pero hazle entender que solo tú decides sobre tu vida.
Cuando la situación es
compleja debes establecer parámetros. Tomar distancias y poner límites sin que
ello implique que la hagas a un lado, siempre estarás para ella, pero debes
crear tu propio espacio, tu independencia económica y que tu vida no dependa en
absoluto de ella. En ese espacio ella no tendrá control ni posibilidad de
persuadirte. La independencia ayuda a madurar y avanzar en la vida.
Piensa que cada persona es
del modo que es, ella es así y no cambiará. Tú harás lo posible para convivir
con ella y encontrarás el modo de llevar la relación de la mejor manera, con los
límites propios, las distancias, la capacidad de imponer tus propias reglas,
salir adelante sin que ello signifique dejar de amarla ni vivir en una
discordia eterna que solo te generará dolor. Buscar la paz interior implica
aprender a comprender a los demás y a tolerarlos sin que por ello debamos
sacrificar nuestros propios intereses.
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